La plaza de Djemaa el Fna, es la principal plaza y el lugar más conocido de la ciudad Marroquí de Marrakech, a pocos metros de la mezquita Koutubía, con su famoso minarete que ha sido ejemplo de muchos, entre ellos la Giralda de Sevilla.
Hay varias interpretaciones para el nombre de la plaza, que podría venir de la ‘asamblea de la aniquilación’, por ser el lugar público para ajusticiar criminales o bien ‘lugar de la mezquita destruida’. Yami significa asamblea, pero también mezquita. Para los musulmanes es algo así como su Finisterre, la mezquita más importante en el extremo más al oeste del mundo.
Según Juan Goytisolo, “Djemaa el Fna es un sitio lleno de turistas sin ser un sitio turístico, pues el marroquí sigue, hoy en día, estando en la plaza de la misma manera que hace diez siglos”. Él fue uno de lo principales impulsores de su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En la plaza desaparecen las diferencias y todos somos espectadores de uno de los espectáculos más increíbles del mundo.
La plaza no tiene una forma regular, y está rodeada por varios lados por el zoco, en el que conviven las tiendas de objetos para los turistas con el mercado tradicional en el que comprar todo lo necesario para la vida diaria. La mayor parte de las personas en él son del país. Podemos comprar lámparas de piel de camello, especias, té, remedios de medicina tradicional, alfombras, babuchas, y todo lo imaginable en un sinfín de callejuelas en donde es imposible orientarse.
También está rodeada de cafeterías con terraza panorámica, y probablemente la mejor experiencia de la plaza es sentarse a disfrutar un té a la menta en ellas al caer el sol y ver la transformación de la plaza, de estar casi vacía durante el día el extraordinario bullicio sin igual de la noche, para a continuación bajar a mezclarse con él.
Miles de personas se juntan es este espacio de Cuentacuentos, encantadores de serpientes, bailarinas, charlatanes, vendedores de zumos de frutas o frutos secos, aguadores, tatuadoras de Henna, domadores de monos...
y un centenar de puestos de comida, con sus cazadores de clientes –hola soy Omar Arguiñano, y mi primo Mohamed Arzak te dará la mejor comida de la plaza-. Paul Bowles, otro enamorado del país, decía que sin Djemaa el Fna Marrakech solo sería otra ciudad marroquí más.
1 comentario:
Falta por comentar que en sus estupendas terrazas es imposible tomarse una cerveza. Por lo demás, no me atreví a tomar el zumo de naranja que venden con tanta alegría nuestros hermanos del sur.
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