viernes, septiembre 30, 2011

La crónica de la Ruta del Río Perdido

Esta es la crónica del viaje a Zimbabwe, Namibia y Botswana con Kananga viajes en 2011, aunque está escrita recuperando recuerdos en 2024. Incluye algunas fotos, la galería completa está aquí. El nombre de Ruta del Río Perdido se lo da Kananga. A lo largo del texto se entenderá.

10 de agosto

Volamos desde Madrid a Heathrow y de ahí a Johannesburgo Tambo en un vuelo nocturno con British Airways en un 747.

11 de agosto

El último trayecto es el enlace de Johannesburgo a Victoria Falls, en Zimbabwe. Además de pagar el visado, en la entrada nos revisan la cartilla de vacunación. Es obligatorio estar vacunado de fiebre amarilla para poder entrar en el país. Nada más llegar conocemos a Merche, nuestra guía. Siempre atenta al grupo de viajeros y a los guías locales, con una vitalidad desbordante.

Nos alojamos en el Victoria Falls, un hotel de cinco estrellas de la época colonial victoriana, que mantiene la decoración original con cuadros y trofeos de caza de ese tiempo. Las habitaciones tienen unas camas magníficas con un dosel con mosquitera; los baños y demás instalaciones son un auténtico lujo. En los jardines, que son impresionantes, se han colado unos facoceros.

Tenemos la tarde libre para visitar las Cataratas Victoria en el río Zambeze, a las que se llega en un paseo corto. Su nombre en la lengua local Lozi es “Mosi-oa-Tunya” (el humo que truena), debido al ruido y la bruma que producen al caer más de medio millon de metros cúbicos de agua por segundo. Es la catarata más grande del mundo formando un cañon de más cien metros de alto y dos kilómetros de ancho. El nombre en inglés se lo puso el explorador Livingston en honor a la Reina Victoria de Inglaterra cuando las vió por primera vez en 1855.

Con la luz adecuada se ven arcoiris y es mejor acordarse de llevar un impermeable, por todo el sendero que hace de mirador acabas empapado. Está dividida en diferentes tramos como la catarata del Diablo, la catarata Principal, la catarata del Arco Iris y la catarata del Este. El río Zambeze es la frontera natural con Zambia.

Por la noche nos vamos al pueblo a cenar por nuestra cuenta. Hay un sitio con varios locales de comida rápida -pizzas, hamburguesas…- que comparten una zona de mesas común para todos. Zimbabwe tiene la economía dolarizada, así que no tiene moneda propia. Como curiosidad, aún circulan los billetes de dos dólares que hace tiempo que no son de curso legal en EEUU.

12 de agosto

Comenzamos nuestro periplo por tres países en un camión-autobús adaptado para ser una verdadera casa rodante. Una de las primeras advertencias que nos hacen es que mantengamos las ventanillas cerradas, sobre todo cuando no estemos en él.

Desde Victoria Falls viajamos al oeste unos 70 kilómetros hacia la frontera con Botswana en Kazungula. Estamos muy cerca de la única frontera cuádruple del mundo entre Zimbabwe, Zambia, Namibia y Botswana. Por el camino vemos a lo lejos antílopes sable, elefantes, búfalos y cebras.

Después de otro recorrido de la misma distancia, cruzamos otra frontera para entrar en Namibia por el puente de Ngoma. En la frontera hay unos cuantos baobabs enormes. Paramos para comprar leña, que cargamos en el camión.

Estamos en la franja de Caprivi, un saliente estrecho de Namibia que formó parte de un intercambio de territorios entre las potencias coloniales. Alemania recibió el Caprivi y la isla de Heligoland en el Mar del Norte y el Reino Unido se quedó con Zanzíbar.

Nuestro alojamiento es el Protea Zambezi River Lodge en Katima Mulilo. Tiene un edificio principal y bungalows que dan al río. En el camino hay carteles prohibiendo el baño porque hay cocodrilos. Nos alojamos en el lodge, pero no comemos en él. Empezamos el ritual de montar un círculo de sillas y las mesas con el bufet. La tripulación que llevamos -conductor-cocinero y ayudante- es capaz de hacer casi cualquier comida y en cualquier sitio. Todo muy variado, muy rico y muy seguro.

Desde el muelle del propio lodge por la tarde navegaremos el río Zambeze en un barco de dos cubiertas y desde la de arriba vemos la puesta de sol. Hay hipopótamos y cocodrilos en la orilla. Jugamos un partidillo de fútbol con unos niños en una isla que pertenece a Zambia y a la que ellos han ido en canoa.

13 de agosto

Recorremos toda la franja del Caprivi hasta el río Kavango, atravesando pequeñas aldeas de construcciones tradicionales.

En el extremo exploramos la reserva de Mahango, una de las desconocidas de Namibia.

Es una extensión de marismas y bosques de ribera donde se pueden encontrar varias especies de antílopes difíciles de observar en otros lugares, como el sable, roan, bushbuck o tsessebe. Nosotros vemos jirafas, impalas y kudus, unos de los antílopes más grandes. A lo lejos -afortunadamente- un grupo grande de hipopótamos y nuestros primeros elefantes.

También águilas y otras aves, en la reserva hay más de 350 especies.

En una de las maniobras por los caminos del parque el camión se queda atascado en la arena y tenemos que colaborar para sacarlo.

Nuestro alojamiento hoy es muy particular, el camping de Ngepi. Está a orillas del río y lleno de elementos de decoración de lo más original. Tiene también una jaula dentro del río que hace las veces de piscina. Para acceder hay un tramo corto de arena fina y nos bajamos para que el camión lo haga un poco menos cargado.

Hoy aprendemos a montar las tiendas de campaña. Un modelo militar muy amplio y alto donde nos acomodamos de dos en dos. Y tenemos de nuevo comida de campamento, aunque antes podemos tomar unas cervezas en el bar del camping. Las cenas las acompañamos con chupitos de Amarula, un licor africano.

14 de agosto

Viajamos hacia el sur y cruzamos de nuevo la frontera para entrar en Botswana. Merche nos advierte de que algunos guardias hablan español por haber vivido en Cuba así que hay que tener cuidado con lo que se dice.

Nuestra primera parada es el sitio arqueológico de Tsodilo Hills, Patrimonio de la Humanidad. Es un conjunto de colinas lleno de pinturas rupestres bosquimanas (o mejor San). Hacemos un pequeño trekking para visitarlas. En la zona hay serpientes y tenemos que caminar en fila para espantarlas.

Para los San sigue siendo un lugar con un significado espiritual. Existen más de 4000 pinturas de jirafas, antílopes y los famosos “penes danzantes”. También de pingüinos y ballenas, prueba de que los habitantes hace 10.000 años se desplazaron hasta la costa.

La zona de las casetas de acceso está llena de ardillas.

Por el camino de vuelta atravesamos un pequeño incendio en la sabana. Al haber muy poco que quemar -apenas unas hierbas cortas- se desplaza como un frente muy estrecho que se consume inmediatamente después de pasar.

Hoy dormimos en el camping Swamp Stop en Sepupa. Tiene un edificio principal con un bar y una pequeña biblioteca al lado del río. Nos cruzamos con otro grupo de Kananga que va haciendo la misma ruta en sentido opuesto. Además de cerveza empezamos a tomar una sidra local muy sabrosa, la Savanna. Esta noche nos despedimos de la tripulación que nos ha traído hasta ahora.

Desde el mismo camping podemos ver muchas aves: estorninos de orejas azules, gallinas de Guinea, gansos, martínes pescadores y tocos de Bradfield.

15 de agosto

El camping tiene muelles y embarcamos en varias lanchas rápidas para recorrer un buen tramo del río hasta la población de Seronga haciendo unos meandros con curvas muy cerradas a veces. A primera hora de la mañana y a esa velocidad hace bastante frío.

Al entrar en Botswana, el río Kavango cambia su nombre y empieza a abrirse en numerosos canales e islas para formar el delta del Okavango, uno de los ecosistemas más diversos, ricos y bellos de todo el planeta. Es conocido entre otras cosas por tener la única población de leones nadadores del mundo. En temporada de lluvias está completamente inundado y por aquí dicen que tiene forma de sartén.

Este tramo serpentea entre nenúfares y papiros. Por el camino vemos águilas pescadoras y cocodrilos. Es un delta endorreico, no tiene salida al mar. El agua en parte se evapora y en parte se infiltra al llegar al desierto del Kalahari. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 2014.

Al llegar a Seronga dejamos la mayor parte del equipaje y nos llevan en un camión abierto a la ribera del río. Desde aquí vamos a viajar en unas canoas tradicionales llamadas mokoros a una isla en medio del canal principal del delta. Aunque en realidad son la versión moderna, con la misma forma pero de fibra. Ahí vamos a hacer acampada libre en el lugar más salvaje del viaje, rodeados de fauna.

En cada mokoro vamos dos viajeros y un poler, que rema al modo de los gondoleros de Venecia, de pie y empujando con una vara en el fondo de canales muy poco profundos.

Llegamos al campamento, descansamos un rato y volvemos a embarcar para ver la puesta de sol. En algunas riberas hay manadas de elefantes, y en un canal un poco más profundo vemos dos ojos casi imperceptibles que de golpe y con un salto se convierten en un hipopótamo que por lo visto tiene un mal día. Los polers nos cuentan que acaba de perder el harén y el territorio frente a un macho más joven. Tiene heridas por todo el lomo. Y todo esto lo vemos desde una canoa y a poco más de diez metros.

Por la noche tenemos jarana bailando todos alrededor de la hoguera que han hecho los polers.

16 de agosto

Nos levantamos temprano y antes de que salga el sol vemos Orión en un cielo limpio y perfecto. El plan de la mañana es hacer un safari a pie. La isla no es muy grande pero en ella hay cebras, ñúes, elefantes e hipopótamos. A los últimos no los vemos, aunque sí los oímos por la noche y vemos sus restos. Sí vemos a una distancia no muy grande a un gran macho de elefante que está un poco agitado, da un poco de miedo.

Después embarcamos de nuevo en los mokoros y volvemos a Seronga, donde recogemos el resto del equipaje en la casa donde nos lo han guardado y desde ahí vamos a un barco que es un hotel flotante, el Inyankuni. Tiene dos cubiertas, la de arriba con camarotes y una terraza, y la de abajo con la cocina y el bar. Hacemos un pequeño trayecto en él y vemos de nuevo una puesta de sol espectacular.

17 de agosto

Desembarcamos y nos vamos a algo parecido a un aeropuerto. Es una pista de tierra rodeada por una valla con una nota de ‘cerrar después de entrar’. Cuando llegamos no hay nadie. Al cabo de un rato aterriza un grupo de avionetas, nosotros iremos en una Gippsland GA8.

Hoy tenemos una de las experiencias más impresionantes del viaje. Vamos a hacer un vuelo escénico sobrevolando el delta a baja altitud. Volamos de Seronga a Maun, y por el camino el paisaje se va cambiando progresivamente pasando de un pantano a un desierto. A medio camino vemos islas, la más grande Chief's Island, con manadas de búfalos y elefantes. Sólo nos falta la música de Memorias de África.

Saliendo de la terminal del aeropuerto llegamos a una avenida llena de agencias de safari. Comemos en la terraza del Hilary’s, un restaurante local, y nos vamos a nuestro alojamiento, el Sedia Hotel. Parte del grupo se queda en habitaciones y nosotros compartimos un bungalow de dos plantas con Ariadna. Además del estupendo alojamiento, tenemos una piscina.

Por la noche tenemos un espectáculo de danza en el que animan a participar a las chicas del grupo, a cambio de contarles al final un secreto local.

18 de agosto

Salimos hacia el norte para recorrer en dos Land Cruiser la zona con más concentración de fauna del delta: la reserva de Moremi. Tienen cuatro filas de asientos -la última descolgada de la parte trasera- y son abiertos, no hay puertas ni ventanas y cuando no pega mucho el sol quitamos la capota. Uno de ellos lleva un remolque con el equipaje y el campamento rodante. Vamos forrados con toda la ropa que podemos, hace mucho frío.

Entramos en la reserva por la puerta sur (Maqwee). La zona que recorremos es una sabana arbórea de mopanes y acacias, los primeros sólo se pueden ver en esta parte de África. Y empezamos a ver fauna por todas partes: impalas, kudus, jirafas, elefantes.

La acampada de hoy es libre en una zona designada, pero sin ningún tipo de instalación. Después de montar el campamento salimos de nuevo a ver más fauna; vemos cebras y un leopardo encaramaco a un árbol.

Cenamos otra vez de campamento y a dormir, con la advertencia de que nadie salga de la tienda por la noche bajo ninguna circunstancia.

19 de agosto

Seguimos camino a la reserva de Savuti, situada al sur del Parque Nacional Chobe. De madrugada vemos un grupo de leopardos. Es una hembra con dos cachorros. Les enseña a cazar y todo lo necesario en la vida, como a reproducirse.

En la reserva hay llanuras inundables y ríos. Cruzamos el río Khwai por un puente de madera. La estructura no puede con todo el peso, así que bajamos para que los jeeps crucen sólos. Poco después cruzamos otro, pero esta vez vadeándolo con medio jeep dentro del agua.

Nuestro guía se baja de vez en cuando para ver huellas y otros rastros, y finalmente tenemos nuestro primer encuentro con dos machos de león, probablemente hermanos. Uno de ellos no tiene apenas melena. Hasta que no los ves desde cerca es difícil hacerse una idea del tamaño que tienen. Son enormes, llegando a pesar un macho adulto casi 200 kilos.

Seguimos camino y vemos más elefantes, buitres, gacelas de Grant, hipopótamos, kudus, e infinidad de aves. Uno de los atractivos de la reserva es la presencia del licaón, pero no tenemos suerte.

Al final del día entramos en el Parque Nacional de Chobe por la puerta Mababe, y seguimos en ruta, ahora con la vegetación más escasa. Vemos ñúes, tocos de Bradfield, termiteros, avestruces, facoceros, jirafas, búhos y al anochecer un grupo de leonas saliendo de caza.

Y es ahora cuando tenemos el momento más aterrador del día. Salvo en las zonas designadas, no se puede permanecer en los parques entre la puesta y la salida del sol, que es cuando salen los depredadores. Pero en el camino de salida nuestro jeep se para. El conductor se baja, abre el capó y se mete dentro. Por delante están pasando las leonas. Después de un mal rato descubre que el problema es un fusible y podemos seguir camino, viendo ponerse el sol.

Montamos el segundo campamento libre, que esta vez incluye una ducha con una bolsa de agua colgando de un árbol. Alejándome un poco hago una fotografía de star trails con la Cruz del Sur.

20 de agosto

La jornada de hoy tiene el trayecto en jeep más largo. Vamos por una pista de arena muy fina y antes de salir nos dicen que no podremos parar en ningún momento. Si lo hacemos el jeep se quedará atorado. En cualquier caso en una vaguada nos pasa exactamente eso y tenemos que bajar todos de ambos vehículos, remolcar uno con el otro y empujar.

Poco después tenemos que parar de nuevo cerca de la orilla del río Linyanti por una avería. Tienen que cambiar el rodamiento de una rueda trasera y nos dicen que van a tardar un par de horas.

Estamos en mitad de la nada, pero cuando preguntamos qué hacer en ese tiempo nos dicen que bajando una cuesta hay un bar. Y efectivamente, lo hay. Parece sacado de Abierto hasta el amanecer de Tarantino, pero cuando nos acercamos viene alguien a atendernos y acabamos bailando todos con la música que nos pone, que es un DVD de su propio grupo de danzas.

Al final del día llegamos a la orilla del río Kwuando donde hay manadas de jirafas e impalas, marabúes, y un grupo familiar de leones. Pero por lo que es conocido de verdad el parque de Chobe es por tener el mayor número de elefantes de África austral, con más de 70.000 ejemplares.

Cambiamos a una carretera asfaltada bordeada de enormes árboles y continuamos en dirección a Kasane, a donde llegamos saliendo del parque por la puerta de Sedudu. Nos quedamos en el Thebe Lodge y después de varios días comiendo polvo por la carretera, el agua de la ducha parece barro.

21 de agosto

Al amanecer realizamos un safari acuático por el río Chobe. Linyanti, Kwando y Chobe son tres nombres para tres tramos del mismo río, que desemboca en el Zambeze.

El espectáculo desde la barcaza por los canales e islas es increíble. Lo primero que vemos es el tronco muerto de un árbol lleno de aningas africanas (una especie de cormoranes muy grandes) y rodeado de nenúfares. En otro tronco hay un martín pescador, pero el espectáculo mayor está por llegar.

Acercándonos a la orilla de unas islas hay unos cocodrilos del Nilo de tamaño enorme y manadas de búfalos cafres, búfalos de agua, hipopótamos y elefantes.

También tántalos africanos y varanos. Durante todo el trayecto llevamos con nosotros en la barca una golondrina colilarga y nos sobrevuelan cormoranes y picotenazas.

Terminado el safari continuamos ruta para cruzar la última frontera de vuelta en Zimbabwe y acabar nuestro viaje de buevo en el Hotel Victoria Falls. El paso de frontera está abarrotado, hace un sol abrasador y no cabemos todos bajo tejado así que nos cubrimos con una tela.

Hacemos la cena de despedida en el Boma, donde podemos probar un bufet de muchos platos exóticos como búfalo, antílope, cocodrilo y otras delicatesen. También unos gusanos gigantes -mopani-; si te lo comes te dan un certificado. Lo hacemos vestidos con telas africanas que nos proporcionan en el local. Merche nos hace entrega de un ‘certificado de aventurero’, con un texto que yo he ilustrado aquí. La cena se complementa con un espectáculo de tambores y bailes en el que se puede participar.

22 de agosto

El último día es libre y vienen de varias empresas a ofrecernos distintas actividades. Lorena elige sobrevolar las cataratas Victoria en un ultraligero y yo voy a hacer rafting en el Zambeze.

El tramo aguas abajo de las cataratas es uno de los mejores ríos del mundo para esto, con sucesiones interminables de rápidos de grados 3 a 5 (en una escala de 5). Cada uno tiene nombre y en el que llaman Washing Machine volcamos y salimos despedidos del raft, aunque conseguimos agarrarnos a él para pasar los siguientes de ese modo (Terminator, Double trouble y Oblivion). Después nuestro guía nos pesca como sacos de patatas y nos sube de nuevo a bordo.

Lorena y Jordi cruzan el puente que hace de frontera con Zambia y allí los recogen para ir a un pequeño aeródromo para el vuelo panorámico. Pero en algún momento del trayecto hay un error con sus papeles de inmigración y a la vuelta tienen un buen follón para conseguir entrar en Zimbabwe.

23 de agosto

Después de un magnífico desayuno en el jardín con vistas al humo que truena, recogemos las cosas y vienen a buscarnos para ir al aeropuerto y empezar nuestro camino de vuelta.

En el aeropuerto de Johannesburgo vemos por primera vez un Airbus A380 y el protocolo de embarque, con cuatro fingers y ocho colas.

24 de agosto

En el último vuelo llegamos a España separados en dos grupos, uno a Madrid y otro a Barcelona.

Como anexo incluyo varias partes extraídas de la ficha técnica del viaje de Kananga.

Los viajes de nuestro catálogo NO SON PARA CUALQUIERA. Sentir el privilegio de encontrarte en espacios naturales únicos, percibir la emoción del encuentro con otras culturas completamente distintas a la nuestra, y ser consciente de estar disfrutando de una privilegiada experiencia junto con otros compañeros de viaje, es algo que no todo el mundo comparte ni entiende como nosotros. Muchas de las regiones por las que transcurren nuestros viajes son remotas, el estilo de vida muy diferente al nuestro y los acontecimientos en su más amplio sentido, son mucho menos predecibles que en unas vacaciones convencionales.

Ni podemos, ni queremos ofrecer el río Omo, las montañas del Ruwenzori, las cataratas Victoria, o la sabana africana, de forma programada, empaquetada y con código de barras directamente preparado para el consumo turístico. La naturaleza de nuestros viajes deja necesariamente una puerta abierta a lo inesperado, y esta flexibilidad necesaria e imprescindible, es la que va a exigir de ti, como parte del mismo, comportarte como viajero y no como turista vacacional.

Las rutas de Pasaporte a la Aventura no son simples paquetes de vacaciones; viajar por países del llamado “tercer mundo” implica que los itinerarios previstos sean proyectos de intención más que algo inmutable: las condiciones climatológicas y sociales, las condiciones de infraestructura, los medios de transporte, los retrasos en los pasos de fronteras y otros factores impredecibles, pueden provocar un cambio. No es habitual que un itinerario sea sustancialmente alterado, pero si fuera necesario, el guía de nuestra organización decidiría, tras consultar con el grupo, cuál es la mejor alternativa a seguir.

Alimentación

La alimentación durante el viaje será suficientemente rica, variada y abundante. Al margen de las comidas que se realicen en alguno de nuestros alojamientos, en el camión viajará con nosotros un cocinero y llevaremos todos los alimentos que precisemos. Los desayunos son abundantes: café o té, leche, tostadas, mantequilla, mermelada, cereales, a veces huevos revueltos con beicon y fruta. La comida de mediodía suele ser un "tentempié" ligero, utilizaremos los alimentos del camión y prepararemos alguna ensalada o sándwich que acompañaremos con fruta. La cena será, al igual que el desayuno, el plato "fuerte" del día: vegetales, pasta, carne, pollo y algún que otro plato con sabores "nuestros". Como decíamos, en el viaje nos acompañará un cocinero habituado a preparar comidas de campaña para grupos. Él será el responsable y encargado, junto con el ayudante de campamento, de esta materia. En el camión llevaremos todos los utensilios necesarios, además de platos y cubiertos para todos; de la limpieza de éstos se encargarán el cocinero y el ayudante de campamento. Nota: El agua, durante todo el viaje, será tratada con pastillas purificadoras, aunque si alguien quiere purificar su agua con pastillas propias, puede llevarlas.

Clima

En África austral las estaciones climáticas siguen el ciclo opuesto a las que tenemos en Europa, en los meses de verano de España es invierno en África austral. En junio, agosto y agosto, a primera hora de la mañana y a última hora de la tarde, las temperaturas pueden ser muy frías, por lo que hay que ir preparado. Normalmente durante toda la ruta la temperatura diurna rondará los 22ºC/25ºC, bajando a 5ºC/10º C por la noche. Para esta época del año recomendamos llevar ropa de abrigo adecuada para un clima de absoluto invierno.

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