lunes, septiembre 10, 2012

La crónica de Chile

Esta es la crónica del viaje a Chile en 2012. Las galerías completas del viaje están aquí.

12 de agosto

Volamos directos de Madrid a Santiago de Chile. Es el vuelo más largo que opera Iberia con 13 horas, aunque a la ida lo dormimos casi entero. Nos recogen en el aeropuerto y nos instalamos en casa de Agustín y Bea. Desde ahí -además de visitar Santiago- haremos varias salidas cortas a diferentes partes del país. Y lo haremos casi siempre en avión, Chile tiene 5500 kilómetros de norte a sur.

13 de agosto

Pasamos los primeros días en Santiago de Chile. La casa de Agustín y Bea está en Lo Barnechea, a las afueras de la ciudad en dirección a los Andes. Desde su jardín se ven montañas nevadas. Es conocido por ser uno de los barrios más exclusivos de la ciudad. La manera de llegar o salir de él es acercarse en metro a la estación de Los Dominicos. Desde ahí la única alternativa es el taxi, el barrio es muy extenso entrando en diferentes valles en las estribaciones de la cordillera. La línea 1 cruza la ciudad de este a oeste y recorre todo el centro histórico, la comuna de Santiago.

El primer día andamos un poco descolocados por el jet lag y el viaje. Hacemos vida de barrio viendo algunos sitios curiosos y haciendo recados con Bea. Algo muy particular de toda la ciudad es que toda la infraestructura eléctrica es aérea, al contrario que en la mayor parte de las ciudades occidentales donde está enterrada. Santiago sufre terremotos constantemente y toda la vida está adaptada a esto.

14 de agosto

Hoy visitamos con Agustín en el Mercado Central, en donde hay mayoritariamente puestos de pescado y marisco. Es de finales del s.XIX y Monumento Histórico de Chile. Tiene una parte central cuadrada con una estructura de hierro fundido que rodean varios anillos cuadrados de ladrillo.

Además ahora es muy reconocido por su gastronomía, en la parte de arriba se puede comer en varios restaurantes de cocina tradicional criolla. Comemos un plato variado de mariscos locales con almejas, ostiones y locos.

Por detrás del mercado y a pocas manzanas visitamos la Plaza de Armas, donde está el Palacio de la Real Audiencia de Santiago -sede del Museo Histórico Nacional de Chile- y la Catedral Metropolitana. La comuna de Santiago tiene un trazado con manzanas cuadradas haciendo en enorme damero. En ella se mezclan sin apenas transición edificios históricos y enormes rascacielos de cristal.

Por la noche cenamos en el Mesón de Patagonia, un sitio curioso. Una de las especialidades es el cordero al espeto, y en el exterior hay una hoguera donde están haciendo varios. Otra especialidad es la centolla, que se sirve al peso y únicamente la carne completamente desmigada y separada.

15 de agosto

Viajamos los seis en coche a Valparaíso, la principal salida al mar de Santiago, a unos 120 kilómetros. La zona histórica del puerto está en una ladera y la mejor manera de moverse es subir en los diferentes funiculares; la alternativa es pasarte todo el rato subiendo y bajando escaleras. Es muy característica por sus casas de colores, pintadas con los restos de pintura de los barcos. También está llena de pinturas murales y grafitis.

En la parte baja está la Plaza Sotomayor con el edificio de la Armada de Chile; Valparaíso también es su principal base naval militar, al lado del puerto comercial.

Después de comer nos acercamos a Viña del Mar, una extensión al norte de Valparaíso y que se asemeja a Benidorm o cualquier sitio de vacaciones de la costa, con grandes torre de apartamentos. En la carretera de la costa vemos un edificio con el tejado plagado de pelícanos. Todos nos acordamos de ‘Los Pájaros’ de Hitchcock. Además de muchos, son enormes.

16 de agosto

Bajamos por nuestra cuenta al centro y paseamos por el parque Quinta Normal, uno de los más extensos de la ciudad con 35 hectáreas en la comuna del mismo nombre. En él, además de cientos de árboles están los museos de Tecnología, de Historia Natural y Ferroviario. Al lado está el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos dedicado a conmemorar a las víctimas de la dictadura militar de Augusto Pinochet.

Pasamos por la torre donde trabaja Agustín y comemos en un restaurante en su base.

17 de agosto

Bajamos al centro con Bea. Comemos uno de los mejores ceviches que hemos tomado nunca en el restaurante peruano Olan. Después nos vamos a unir a una excursión al Museo Nacional de Bellas Artes a donde ha ido Raquel con su clase.

Por la tarde hacemos una excursión con Agustín, nos lleva en coche a la estación de esquí de Farellones, a unos 35 kilómetros de su barrio subiendo por una carretera llena de curvas en horquilla numeradas. La parte de arriba de las pistas está a más de 3000 msnm.

18 de agosto

Volamos a la Isla de Pascua con Agustín y Bea, que aparte de los vuelos se ha ocupado de toda la logística, que no es sencilla allí. Han conseguido el contacto de una señora que nos hará un pack completo. Y cuando digo completo es: alojamiento, comida, transporte, guía, alquiler de coche (el suyo) y hasta nos da fruta a la vuelta con certificado de exportación. Antes de viajar nos pide que le llevemos limones y otros productos que no se pueden conseguir en la isla.

Nos recibe en el aeropuerto con collares de flores polinesios y vamos con ella a una celebración donde se comparte todo, incluída la comida. Se trata de un curanto: se cava un hoyo y se entierra en él marisco, pescado, carne, verduras, patatas y casi cualquier cosa envueltas en hojas grandes de banano y otras plantas. Después se cubre y se hace una hoguera encima. Pasado el tiempo correspondiente se desentierra la comida cocinada.

Después vamos en su coche, un todoterreno un poco destartalado a visitar Puna Pau, una antigua cantera para extraer piedras para los moais. La isla de Rapa Nui, que es como se llama en el idioma local, es conocida por sus monumentos funerarios, enormes estatuas con forma humana. Cada uno de ellos es un moai, y los altares donde se juntan alineados son ahu.

Puna Pau está situada entre dos pequeños conos volcánicos. Los ahus y los moais están hechos con diferentes tipos de piedras, todas ellas escorias volcánicas. Las más pesadas son de color negro y están en la base del ahu. El cuerpo principal de los moais está hecho de un material amarillento y más ligero. Algunos conservan un sombrero -pukao- del material más ligero de todos, de color rojo, sacado de Puna Pau.

Ahu Akivi, nuestro primer ahu del viaje. La mayor parte están en la costa y colocados de espaldas al mar. Este es uno de los pocos que está en el interior de la isla y está orientado de forma astronómicamente muy precisa, mirando al equinoccio.

Después seguimos por una pista como un camino de cabras a Ana Te Pahu, Ana Te Pora y Ana Kakenga, una zona de cuevas y tubos volcánicos que salen a un acantilado.

Vemos ponerse el sol en Ahu Tahai, que está ya en Hang Roa, el pequeño núcleo que hace de capital de la isla. Forma un conjunto con otros dos más y las ruinas de una aldea con una rampa al mar.

19 de agosto

Desayunamos con nuestra anfitriona y pasa por su casa una sobrina que participa en un espectáculo de baile tradicional. Nos ofrecen reservar entradas y lo hacemos. Además de todo lo que hace por nosotros tiene una peluquería en casa y ha sido concejala.

Atravesamos la isla hacia el norte visitando varios ahus. Nuestro destino es la playa de Anakena. El agua está un poco fría y el mar algo batido, pero no importa; estamos en el medio del Pacífico y hay que bañarse sí o sí. El aeropuerto de Mataveri es el más aislado del mundo. Tanto que hace años se amplió para que sirviera de punto de emergencia para el transbordador espacial.

En la parte de atrás de la playa está el Ahu Nau Nau, de los mejor conservados de la isla. Tiene una plataforma de 60 metros con siete estatuas, cuatro de ellas con pukao.

Durante los trabajos de restauración llevados a cabo en 1978 por un equipo local se encontraron fragmentos de coral blanco y un disco de escoria roja que forman un ojo de unos 35 cm de largo, que se ajustaba perfectamente a la cuenca vacía del moai. Después se han encontrado muchos más.

Cerca de la playa hay un lugar con una leyenda donde se supone que los coches se caen cuesta arriba debido a alguna anomalía gravitatoria o magnética. Nos hacen la prueba, pero en realidad sólo es una ilusión óptica sobre la verdadera pendiente.

Por la noche vamos a la actuación musical que hemos reservado. Muy turístico pero también interesante.

20 de agosto

En nuestro último día vamos a ver Ahu Tongariki, otro de los más grandes y mejor conservados, que está también al lado de una playa.

Muy cerca está Rano Raraku, la principal cantera de piedra para moais y donde hay unos cuantos a medio excavar. Está en la ladera de un gran cráter volcánico. Llegamos antes de que abran la taquilla y nos colamos saltando la valla. Pagamos al salir.

Hoy vamos por nuestra cuenta conduciendo el coche de nuestra anfitriona, que a medio camino nos deja tirados, pero todo se arregla con otro familiar. La última visita del día, antes de volar de vuelta es la caldera de Ranu Kau, el volcán más grande de la isla. En la parte de abajo hay un vergel verde y sólo se puede acceder en días señalados por ceremonias. En un lateral del anillo superior llegando al mar está la aldea en ruinas de Orongo. Es una aldea ceremonial de culto a Make-Make (el creador del mundo) con edificios medio hundidos a modo de cuevas. Está rodeado de petroglifos. Desde aquí se hacía una ceremonia bajando el acantilado al mar y cruzando a nado al islote de Motu Nui para coger un huevo de pájaro y traerlo de vuelta en una competición entre clanes.

Le decimos a la chica que nos lleva que estamos preocupados por no llegar al vuelo y nos contesta que no pasa nada. Desde el mismo cráter se puede ver la pista y nuestro avión no ha llegado.

Volamos de vuelta. Viajamos en un Boeing 767. Es un avión bimotor y este es el vuelo más largo del mundo autorizado a volar sin cuatro motores por seguridad; cerca de seis horas sin ningún aeropuerto alternativo en la ruta. Este tipo de autorización se llama ETOPS, una sigla aeronáutica que a veces se cambia de broma por Engines Turn On or Passengers Swim. También hay otra norma especial: sólo se puede volar a Mataveri desde Santiago o desde Papeete (Polinesia Francesa) y sólo puede haber un vuelo a la vez en el aire. Si hay un problema en la pista al aterrizar, el siguiente no tendría alternativa.

21 de agosto

Bajamos de nuevo a Santiago a pasear por nuestra cuenta, y subimos en funicular al Cerro San Cristóbal, desde donde hay una panorámica de toda la ciudad y la obra de la Torre Santiago, que una vez terminada será la más alta de América del Sur.

Cerca de su base visitamos La Chascona, la antigua casa de Pablo Neruda convertida en museo. Está inspirada en un barco y tiene muchas estancias, construidas en diferentes etapas añadiendo extras.

22 de agosto

Volvemos a bajar al centro para subir el Cerro Santa Lucía, un parque urbano en un cerro de 68 metros desde la base. El nombre aborígen es Huelén, el de Santa Lucía se lo puso Pedro de Valdivia por haber cruzado el río Mapocho -que divide en dos la ciudad- en esa festividad. Más adelante se construyeron en él diferentes fortificaciones y hasta un observatorio astronómico.

Muy cerca está el centro cultural Gabriela Mistral. Lo visitamos sólo por fuera y volvemos en metro a Los Dominicos. En la plaza hay un parque y detrás un mercado de artesanía, el Barrio Pueblito los Dominicos. Tomamos unos batidos y volvemos a casa.

23 de agosto

Hoy bajamos a una zona a medio camino del centro, por las comunas de Vitacura y Las Condes. El Parque Bicentenario está en la orilla -costanera- del río Mapocho. Un poco al sur está el centro financiero de Santiago, lleno de rascacielos de cristal y acero. Por la calle hay muchos bancos decorados.

24 de agosto

Volamos temprano al aeropuerto de Puerto Montt, en la Región de los Lagos, para alquilar un coche en el aeropuerto e ir a Puerto Varas, a unos 20 kilómetros al norte y a orillas del lago Llanquihué. Hemos venido sin reserva después de varios días intentando llamar a diferentes operadores, pero tenemos suerte y queda una Nissan X-Trail que nos cobran a precio de turismo.

Desde Puerto Varas seguimos la carretera que bordea el lago por la ladera del volcán Calbuco, que en 2015 tuvo una erupción muy violenta con una columna de humo y cenizas de 15 kilómetros de altura.

Después del pueblo de Ensenada se cruza hacia el Petrohué, esta vez por la ladera del volcán Osorno. El deshielo todos los años rompe la carretera al arrastrar lodo y piedras por la ladera. Nos encontramos un par de trozos que no podríamos haber superado con un coche normal. En el camino están los Saltos del Río Petrohué, con un parking y una pasarela para visitarlos. El final de la carretera es el embarcadero del lago, desde aquí sólo se puede continuar navegando, y seguir camino hasta San Carlos de Bariloche en Argentina.

Volvemos a Puerto Varas al hotel Solace, en una colina desde donde podemos ver la ciudad.

25 de agosto

Conducimos en dirección al sur para cruzar en ferry el canal del Chacao a la Isla Grande de Chiloé. Por el camino me doy cuenta de que olvidé en el hotel la chaqueta de montaña y el gorro. Estamos en el invierno austral y hace bastante frío. El primer sitio donde paramos es Ancud, un pueblo de pescadores; encontramos una tienda para reponer un impermeable plástico y un gorro de lana.

Vamos hacia la costa del Pacífico buscando Puñihuil. Es una pequeña playa con unos islotes enfrente que son Monumento Natural. En esta época del año están llegando los pingüinos de Magallanes. En medio de la playa (que se cruza en coche), hay una empresa que hace salidas en una pequeña lancha y reservamos un tour. Antes de venir hemos estado varios días llamando por teléfono pero al igual que el coche de alquiler sin éxito. Navegamos alrededor de una hora rodeando los islotes. Además de pingüinos hay lobos marinos y otras aves como cormoranes, pelícanos y bandurrias.

Después seguimos por la carretera que cruza la isla de norta a sur hacia Quemchi. Es un pequeño puerto en el lado de la isla que da hacia el continente. La zona es famosa porque hay 16 iglesias de madera declaradas Patrimonio de la Humanidad. Las primeras fueron construidas en el s.XVII por jesuitas de varias regiones del centro de Europa. Después continuaron otros religiosos, pero mantuvieron el estilo arquitectónico. Las pinturas de la decoración interior son una mezcla de motivos católicos y otros ídolos indígenas.

La última visita es Castro, en el centro de la costa este, que da al canal que la separa del continente. Es la capital de la isla y también tiene una iglesia de madera, pero por lo que es más conocida es por un barrio de palafitos pintados de mil colores.

El resto del día lo empleamos en cruzar de vuelta la isla, el ferry y llegar al hotel de vuelta. No es mucha distancia, pero está en obras y tenemos muchos cortes que nos retrasan.

26 de agosto

En nuestro último día en los Lagos salimos hacia el Pacífico a la playa de Mar Brava pasando por Carelmapu y Maullin.

Antes de volar de vuelta como remate vamos a Calbuco. Es junto con Puerto Montt el centro de la industria principal de la zona, la cría de salmón. Toda la parte del continente y la Isla Grande está llena de granjas y factorías. En Puerto Montt el olor es intenso, por decir algo.

27 de agosto

Volamos temprano a Calama, una ciudad minera y puerta de entrada al desierto de Atacama. En el mismo aeropuerto cogemos un autobús a San Pedro que como en las otras ocasiones no hemos podido reservar con antelación. Es un trayecto de cien kilómetros y algo más de una hora que cruza primero una llanura interminable y luego un puerto de montaña. Nos quedamos en el Hostal Casa Likana B&B.

La principal actividad de San Pedro de Atacama es el turismo y la calle principal está llena de agencias. además de los operadores con las excursiones más típicas, hay uno especializado en hacer salidas nocturnas, Atacama es uno de los mejores sitios del mundo para ver el cielo nocturno. Pero no será esta vez, tiene un cartel de ‘cerrado por luna llena’.

A nosotros nos han dado el contacto de La Llama, dos hermanos muy majos que hacen tours con una furgoneta pequeña. Hablamos con ellos para evitar los viajes en bus de 50 personas y organizamos los siguientes días. Para el mismo día de llegada ellos no tienen pero nos acercan a otra agencia.

En esta primera salida -en autobús grande- vamos al Valle de la Luna, muy cerca de San Pedro. Es una formación geológica espectacular con varios puntos de visita: El anfiteatro, el salar, la duna mayor, el mirador de la Piedra del Coyote y el Valle de Marte.

28 de agosto

Hoy salimos a las lagunas de Miscanti y Miñiques, a más de 4000 msnm, cerca de la triple frontera con Bolivia y Argentina. Todo el paisaje del camino está dominado por el volcán Licancabur, que está humeando. Es un estratovolcán con un cono perfecto y el pico más alto de la zona con 5920 metros de altitud.

De camino cruzamos el Trópico de Capricornio y paramos en el pueblo de Socaire. También vemos la carretera de entrada al observatorio astronómico ALMA. El mal de altura en esta zona se llama la puna, y sufrirlo es estar apunado. Pero no sólo se apunan las personas, también los motores. El coche en el que nos movemos va un poco ahogado.

En las lagunas hacemos un picnic con mate de hoja de coca y vemos vicuñas y ñandúes.

Siguiendo hacia la frontera con Argentina paramos en el Mirador de Aguascalientes, desde donde vemos la Laguna Salar de Talar. A lo lejos vemos los flamencos que dan nombre a esta Reserva Nacional.

Volvemos por el mismo camino y cenamos en el restaurante Tierra Todo Natural, en forma de bóveda y con un horno-caldera en el centro del local.

29 de agosto

Madrugamos para subir al campo de géiseres de El Tatío. La idea es llegar al amanecer que es cuando hay más actividad geotermal. Nos han dejado ropa de abrigo en la agencia, arriba hará mucho frío. En menos de 12 horas pasamos de 35 grados a 20 bajo cero.

El campo está a 4300 metros y por el camino pasamos a 4600. Es la zona geotermal más grande del mundo después de Yellowstone, y en varios de los géiseres hay un montículo de aglomerado silíceo depositado por el agua. También hay maquinaria abandonada de antiguas perforaciones para hacer una central geotérmica.

A pesar de la altitud y que estamos a más de cien kilómetros de mar, hay gaviotas de la especie andina, con la cabeza negra. Bajando del campo paramos en un afloramiento de agua caliente y a pesar del frío y de la puna me doy un baño.

Llegamos pronto a San Pedro y visitamos un mercadillo de artesanía donde también se pueden comprar minerales; nos llevamos un trozo de Atacamita.

Descansando en el hotel empezamos a escuchar ruido que viene del centro del pueblo. Nos acercamos y nos encontramos una de las tradiciones más locas que hemos visto: la procesión de Santa Rosa. La parte de delante es normal, con un cura y varios monaguillos cargando un paso con una imagen de la santa en una urna mínima. Detrás va una charanga con trompetas, trombones, bombos y toda una orquesta animadísima. Y más atrás un grupo enorme de bailarines moviéndose al compás de la charanga y disfrazados de oso polar con luces de colores.

30 agosto 2012

Antes de viajar a Calama para volar a Santiago demos un último paseo por San Pedro y vemos el Museo del Meteorito.

31 de agosto

Hacemos la última visita del viaje a Santiago. En el centro y como curiosidad entramos en una tradición local curiosa, aunque muy machista. Hay unos locales que se llaman ‘cafés con piernas’ en los que se puede tomar algo en una barra a través de la cual se le puede ver las piernas a las camareras, que van con faldas muy cortas y están subidas a una tarima. El ambiente es curioso, casi todo son matrimonios mayores que no prestan especial atención a las chicas. Hay que tener cuidado porque aparte de la cadena Haití, que es donde hemos entrado nosotros, hay otros con un ambiente mucho más sórdido.

El resto del día paseamos por el barrio Italia que está en proceso de gentrificación y cambiando locales antiguos por cafeterías y restaurantes con ambiente hipster. Comemos en el Café de la Candelaria.

1 de septiembre

Probamos un poco de golf en el campo que hay pegado a la casa de Agustín y a media tarde vamos al aeropuerto para volar de vuelta.

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