miércoles, octubre 07, 2020

La crónica de Australia

Esta entrada contiene algunas de las fotografías hechas en Australia en 2025. Aquí hay una galería con más.

2 y 3 de septiembre

Después de jurar y perjurar en 2018 que no volveríamos a coger un vuelo tan largo nunca, el 2 de agosto volamos de Barajas a Brisbane con Cathay Pacific haciendo escala en Hong Kong. Veinte horas de vuelo y cinco de escala. Llegamos el día 3 a las 11 de la noche -con 8 horas de diferencia horaria- y empezamos a juntarnos con algunos miembros de nuestro grupo. El resto irá llegando a lo largo del día siguiente.
Nos recoge Marc Devenne, un australiano que vive en Donostia y será nuestro guía, traductor y en muchas ocasiones conductor del minibús en el que nos desplazamos. Muy amable, muy tranquilo y con una paciencia infinita. Nos quedamos en el hotel Mercure Spring Hill, muy cerca del centro.

4 de septiembre

Nos despertamos muy temprano con el sueño bailado por el jetlag aún. Desayunamos en cuanto nos dejan y damos una pequeña vuelta alrededor del hotel, donde hay un jardín botánico. Ahí empezamos a ver a los omnipresentes ibis blancos australianos -Threskiornis molucca- que deambulan por las ciudades como si fueran palomas o gaviotas pero pueden llegar a medir 75cm de alto. También algún dragón de agua -Intellagama lesueurii-, un lagarto de 60 cm, e infinidad de plantas tropicales: estamos a 27ºS.
A las 10am quedamos con Marc y damos un paseo por el centro, donde empezamos a ver la mezcla de arquitecturas que nos acompañará casi todo el viaje con edificios históricos de finales del S.XIX conviviendo al lado con inmensas torres de acero y cristal. Cambiamos 150€ a dólares australianos (AUD), con un cambio que nos favorece mucho ahora mismo 1€=1.74AUD. La ciudad está dividida en dos por el río Brisbane, que serpentea haciendo meandros. La zona centro está llena de puentes, algunos sólo peatonales.
En la zona de South Bank hay un parque enorme que tiene dentro zonas de baño en forma de lagunas poco profundas con playas artificiales. En el río aparte de que el agua es muy turbia, hay tiburones toro. Esa será otra constante a lo largo del viaje, el uso público del espacio público, con grandes zonas verdes muy bien cuidadas.
Cruzamos el río y visitamos el campus de la QUT -Queensland University of Technology- y la parte al norte del río, donde está la estación central de trenes, la catedral de St. Stephen y el monumento a los soldados australianos y neozelandeses -ANZAC- que participaron en las guerras mundiales y alguna otra. Lo hay en todas las ciudades y hay un día nacional de celebración.
Ya anochecido el día paseamos por las orillas del río en donde han iluminado todos los puentes por un festival que se celebra estos días.
5 de septiembre

La actividad principal del día es observar cetáceos en Moreton Bay y la isla del mismo nombre, por donde pasan miles de ballenas jorobadas -Megaptera novaeangliae- en su migración anual desde la Antártida. Vamos al norte a Redcliff y embarcamos en un catamarán grande y rápido y nos acercamos a la punta de la isla donde está el faro y aparecen puntuales. Primero las vemos de lejos, expulsando agua por el espiráculo y sacando tímidamente las colas (lo hacen menos espectacularmente que las ballenas francas australes).
Pero poco a poco las vemos cada vez más cerca hasta que de pronto las vemos saltar sacando casi todo el cuerpo fuera del agua y salpicando de manera explosiva al caer de nuevo. Ver a un ejemplar de 15 metros y más de 30 toneladas hacer esto -repetidamente- a menos de 100 metros del barco la verdad es que impresiona. También es el momento de ver sus aletas pectorales, verdaderas alas. Cuentan por megafonía que son varios machos cortejando a una hembra. Estarán muchas horas haciendo esto, para luego aparearse un minuto. La guía del barco nos pregunta si este comportamiento nos suena de algo.
A la vuelta vemos gente acampada en la isla y una manada de delfines con hembras y crías. El pueblo costero donde está el muelle donde embarcamos tiene una curiosidad: hay una calle dedicada a los Bee Gees, originarios de aquí, con murales y graffitis recordándolos.
De vuelta en Brisbane damos un paseo al centro y subimos a un mirador -Sky Deck- a 100 metros sobre el río entre varios edificios de un hotel con unas vistas impresionantes incluso hacia abajo, por tramos el suelo está acristalado.
6 de septiembre

Por la mañana con todo el grupo ya incorporado visitamos el santuario de fauna -aka zoo- de Lone Pine. Será nuestra primera oportunidad de ver -en cautividad- canguros, ualabíes, koalas, dingos, ornitorrincos, emúes, serpientes e infinidad de aves enjauladas. También murciélagos de la fruta o zorros voladores. Vemos una exhibición de cetrería mientras en otro lado hacen demostraciones de perros pastoreando ovejas.
Seguimos camino al mirador del monte Coot desde donde hay una bonita panorámica de la ciudad y donde empezamos a ver el urbanismo australiano, con centros con torres altísimas y el resto de la ciudad muy extendida con casas de una o dos alturas.
Tenemos la tarde libre y con Antxón y Pilar nos vamos a visitar el barrio de Fortitude Valley, un barrio que aparece en todas las guías por sus edificios históricos y su ambiente… Después de comer seguimos paseando y vemos a mucha gente salir de sus casas con mantas y sillas plegables. Les seguimos sorprendidos y descubrimos una calle elevada que hace de mirador sobre el río y por donde va a pasar una exhibición aérea. Está llena de gente haciendo picnic. Esperamos un rato y vemos pasar -muy cerca, muy bajo- aviones de carga -C17 Globemaster y C27 Spartan- y finalmente un EA-18 Growler que con la postcombustión a tope hace un estruendo increíble subiendo completamente en vertical.
Terminada la exhibición bajamos a nivel del río en un ascensor volvemos al centro sorteando a los miles de personas que están haciendo picnic también abajo. En teoría hemos quedado al lado de un puente para ver fuegos artificiales, pero está imposible de gente y volvemos al hotel donde nos han habilitado el mirador de la última planta para verlos.

7 de septiembre

Madrugamos y volamos a Darwin. Un vuelo interno de 4h15, y cambiando la hora porque hay 30 minutos de diferencia respecto a los estados del este. Nos alojamos en el Darwin Central Hotel.

De nuevo con un minibus conducido por Marc visitamos el Museo y Galería de Arte del Territorio del Norte -el estado en el que estamos ahora y del que Darwin es capital-. El museo tiene varias partes diferenciadas con algunas colecciones de arte indígena -aborigen es una palabra en desuso- resultado de un concurso anual, una parte de historia natural con fósiles y reproducciones de fauna, y una pequeña sala dedicada a la destrucción que provocó el ciclón Tracy, que devastó la ciudad en 1974.
Después seguimos deambulando por la ciudad visitando varios puntos, como el pequeño hangar donde empezaron las operaciones de Queensland and Northern Territories Air Services -Qantas- y varios miradores por la costa. Estamos haciendo tiempo para llegar un poco antes del atardecer a Mindil Beach, donde hay un mercadillo de artesanía y puestos de comida y mucha gente esperando la puesta de sol sobre el mar, supongo que casi todos visitantes del este de Australia donde esto no es posible.
8 de septiembre

Madrugamos, empacamos las cosas y nos vamos en nuestro minibus camino del Kakadu NP, a unos 200 km al este. Empezamos a ver las rectas infinitas de este país y los característicos trenes de carretera, con una cabeza tractora y hasta cinco remolques con más de 20 ejes y que pasan de los 50 metros.
A medio camino se rompe el enganche del remolque donde viajan nuestras maletas pero la cadena de seguridad hace que no lo perdamos. Lo dejamos en el mismo sitio y nos vamos hasta un bar de carretera donde aparecerán pronto con él enganchado a una pickup de la empresa de alquiler. Toda la zona está llena de advertencias de carretera inundable, incluso con postes indicando la profundidad porque en temporada de lluvias -noviembre a abril- toda la zona se inunda y los cocodrilos campan a sus anchas.
Nuestra primera parada es Burrungkuy o Nourlangie Rock, una serie de rocas que debido a la erosión tienen zonas desplomadas y techos donde se conservan pinturas indígenas de diferentes épocas, las más antiguas de 20000 años aunque hay quien piensa que pueden ser anteriores. Las más modernas reflejan los contactos con los primeros colonos, no muy amigables. Todo el lugar es Patrimonio Mundial por la Unesco (World Heritage Site) y es bastante espectacular, aunque algunas pinturas no son fáciles de ver y otras están tapadas por pinturas posteriores. Se recorre por un sendero circular de algo más de un kilómetro. Muchas de ellas representan al barramundi, un pez de agua dulce muy abundante y muy apreciado que comeremos más adelante.
Antes de ir al hotel damos un par de pequeños paseos. El primero nos lleva a una zona de vegetación abierta en donde la parte central está encharcada y en los alrededores hay muchas aves distintas como gansos urraca -Anseranas semipalmata- y patos silbadores -Dendrocygna eytoni- y en un extremo ualabíes de pantano -Wallabia bicolor-, los primeros que vemos en libertad.
Después por unas pasarelas y miradores vemos un billabong. Se trata de un meandro abandonado de un río que en la temporada de lluvias se llena de agua y como no tiene desagüe permanece así durante la temporada seca, creando un ecosistema propio. Vemos cocodrilos de agua dulce -Crocodylus johnstoni-, pelícanos y muchas otras aves. También carteles advirtiendo de la peligrosidad de acercarse al agua, que veremos por muchos otros sitios.
Nos alojamos en un bungalow estupendo en el Gagudju Lodge y cenamos ahí mismo. Yo pido una hamburguesa de canguro que finalmente tiene trozos enteros y no carne picada.

9 de septiembre

Madrugamos para coger las mejores plazas en un crucero en lancha por el billabong de ayer. Vemos más cocodrilos, patos silbadores, jabirúes -Ephippiorhynchus asiaticus-, cormoranes, jacana crestada (también llamados pájaros jesucristo porque parece que caminan sobre las aguas) -Irediparra gallinácea-, espátulas regias -Platalea regia-, búfalos de agua, garzas, pelícanos y algún martín pescador.
Volvemos al lodge, desayunamos y seguimos camino hacia Ubirr, otro lugar con pinturas indígenas y un mirador arriba de una roca desde donde se tiene una espectacular vista 360º de todo el entorno.
Por el camino de vuelta a Darwin paramos a un lado de la carretera para ver unos termiteros gigantes.
10 de septiembre

Volamos a Cairns (2h30) y nos alojamos en el Mercure Hotel. Muy cerca de él visitamos el acuario, con unas salas espectaculares, unos tanques de agua enormes y una colección que no es genérica sino que está dedicada al entorno que nos rodea, empezando por las montañas y ríos, siguiendo por los estuarios hasta llegar a mar abierto y a la Gran Barrera de Coral.
Entre las personas que reservaron un vuelo en avioneta sobre la barrera hay una baja y Lorena tiene la oportunidad de ocupar su sitio con unas vistas impresionantes de lo que es el ser vivo más grande del mundo, con más de 2300 kilómetros.
El resto del día lo dedicamos a pasear por el paseo marítimo -Esplanade- donde hay una oferta enorme de ocio y restauración; Cairns es muy turístico. Lorena y yo compartimos un fish and chips de barramundi.

11 de septiembre

Para variar madrugamos y nos vamos al mercado de frutas. A la hora convenida cargamos las cosas en el remolque y Marc nos lleva a la estación de salida del Skyrail Rainforest Cableway, un teleférico que recorre 7,5 kilómetros con varias paradas sobre una selva tropical hasta Kuranda, desde donde también se pueden hacer varias ruta andando para ver más de cerca la selva y algunos lugares señalados como las cataratas Barron.
Las enlazamos todas y volvemos a comer al pueblo de Kuranda, donde nos recoge Marc para seguir camino por las Atherton Tablelands donde paramos para ver un gigantesco ficus -Curtain Fig- de 50 metros que ha crecido como epifita sobre un árbol anfitrión, ha llegado con sus raíces aéreas al suelo y ha tumbado al arbol antes de matarlo, en el proceso ha creado una cortina de raíces aéreas.
El destino final es el pueblo de Yungaburra. Nos alojamos en uno de los poco moteles que hay y cenaremos en el único sitio posible, pero antes vamos a un mirador -una especie de hide- desde donde se puede ver un tramo de río donde hay ornitorrincos -Ornithorhynchus anatinus-. Salen al atardecer con una luz muy mala pero algo apaño con la cámara. A la vuelta de cenar desde la misma puerta de la habitación del motel podemos ver la vía láctea con Sagitario y Escorpio en el cénit.
12 de septiembre

Volvemos a Cairns pero con muchas paradas en la ruta, haciendo varias caminatas por la mañana como una circular al lago Echam -donde hay aviso de cocodrilos y gente bañándose-, y a las cascadas de Milla Milla.
Paramos a comer en Innisfail, que tiene un puerto en un estuario y es característico por sus edificios de estilo Art-Decó. Yo llevo varios días con una infección respiratoria y aquí ando muy justito buscando sombras, descanso y zumos.
Después continuamos por el Wooroonooran NP en donde hacemos una pequeña ruta hasta las Cascadas Josephine. En el resto del trayecto vemos kilómetros de campos de caña de azucar y entre ellos y la carretera un curioso trenecillo para llevar la caña cortada a las factorías que la procesa. Acercándonos a Cairns vemos un monte con forma de pirámide, Walsh Peak, en el que todos los años se celebra una carrera de montaña.
Entrando en la ciudad paramos en un barrio de las afueras por el que campan a sus anchas -o casi, hay una valla- un montón de ualabíes.
13 de septiembre

Hoy tenemos el día libre y entre las actividades opcionales elegimos una de las que más tiempo llevamos esperando: bucear en la Gran Barrera de Coral. Viajamos en un catamarán mediano (unos 80 pax frente a los de 200) y tardamos algo más de una hora en llegar a Flynn Reef, en lo que llaman la barrera exterior -después ya está el Pacífico- y buceamos en tres puntos: Tracy’s Bommie, Gordon’s Mooring y Coral Gardens.
En el primero y el último hacemos snorkel, pero en el del medio y por primera vez en mi vida hago un bautismo de buceo y bajo hasta 8 metros con bombona, una instructora sevillana y Melani, la más jóven del grupo. No puedo decir cuánto tiempo estuvimos abajo porque el tiempo pasa de otro modo. Tal vez 20 minutos. Reto desbloqueado. Tanto esta inmersión como las dos de superficie son un espectáculo increíble de corales, peces de colores y un paisaje marino increíble. Vemos una raya muy rara y otro del grupo ve un tiburón pequeño.
A la vuelta pasamos por el hotel a darnos una ducha caliente y bajamos de nuevo a Esplanade a cenar algo.

14 de septiembre

Hoy hacemos un tour de todo el día a Cape Tribulation. Pero esta vez en vez de ir con Marc vamos con un operador turístico compartiendo bus y guía en inglés con otras personas. Vamos a visitar la selva del Parque Nacional Daintree, Patrimonio Mundial de la Unesco con nombre Wet Tropics of Queensland. La zona es propiedad de los indígenas originarios y empezamos en un centro de interpretación donde nos explican cosas de su cultura y nos hacen una ceremonia de purificación con humo.
La excursión incluye también un pequeño paseo por la selva hasta unas cascadas y pozas donde poder bañarse, y un crucero por el río Daintree donde vemos por primera vez al cocodrilo de agua salada -Crocodylus porosus-, el reptil más grande del mundo llegando a 6,5m y 1500kg. Todos los años matan gente en el norte de Australia.
Cruzamos el río en un ferry de cable y seguimos camino hasta Cabo Tribulación, donde en 1770 encalló el barco del Capitán Cook. Caminamos por unas pasarelas para visitar la selva -está todo embarrado- y por otras llegamos a la playa, donde se unen dos ecosistemas únicos, las selvas originarias e inalteradas de Gondwana y la Gran Barrera de Coral, ambos Patrimonio de la Humanidad. Es el único lugar del mundo donde sucede esto. Por el camino vemos frutas venenosas, insectos venenosos y carteles advirtiendo la presencia de cocodrilos y casuarios, una especie de avestruz más cercana a los dinosaurios y el único ave del mundo que mata personas cada año.
15 de septiembre

Madrugamos de nuevo y volamos a Sidney (2h55). Nos alojamos en el Great Comfort, en Chinatown, relativamente cerca del centro. Comemos rápido en el propio hotel, nos instalamos y salimos a caminar por el centro con Marc. El centro de la ciudad está cerrado al trasporte privado y caminamos, aunque más adelante para diferentes trayectos usaremos los tranvías con una tarjeta -Opal- que sirve para todo el transporte público. Como curiosidad, también se puede pagar con una tarjeta bancaria y no es más caro.

Visitamos Darling Harbour, una pequeña bahía cerrada a la que sólo se puede acceder con barcos grandes haciendo girar una sección de un puente. Cerca hay una réplica del Endeavour, el barco del Capitán Cook.
Volvemos a nuestra calle de referencia, George St, que es donde se encuentra nuestro hotel y baja hacia el centro, y pasamos al lado de una torre icónica por su estructura, la Sydney Tower Eye, que tiene un mirador sobre la ciudad. Luego entramos en un edificio histórico reconvertido en galería de tiendas de lujo: el Queen Victoria Building.
De ahí seguimos caminando hasta Circular Quay (se pronuncia como key), el centro neurálgico del transporte público. Aquí se pueden coger tranvías, trenes, autobuses y ferrys, y todo con la tarjeta Opal. El muelle de cruceros de casualidad está vacío y eso hace que desde una torre tengamos una inusual vista de la bahía con los archiconocidos puente -Sydney Habour Bridge- y ópera -Sydney Opera House-.
16 de septiembre

Bajamos de nuevo caminando hacia el centro atravesando Hyde Park y el botánico hasta la punta de Mrs Macquarie's Point -nombrado así por la esposa del gobernador Lachlan Macquarie-. Hacia un lado se ve la bahía donde está la ópera y al otro una base naval donde están varios buques de guerra, algunos construidos en España.
Seguimos paseando por el paseo de la bahía hasta llegar al edificio de la ópera. Un edificio fascinante con una historia de diseño y contrucción muy compleja, que en su día puso a Sidney en el mapa mundial como destino turístico. Entramos en su base a la parte de acceso público donde están las taquillas y la tienda.
Después subimos en un ascensor para ver el puente de la bahía y luego volvemos a bajar y comemos en el pub más antiguo de Sidney en el barrio de The Rocks, llamado así por las piedras que picaron en una cantera para construir las casas. Después caminamos por Walsh bay, un barrio portuario de antuguso almacenes en pleno procesod e gentrificación a apartamentos de lujo con amarradero para yate.
Vamos en tranvía al hotel y después de descansar un poco volvemos a Circular Quay y la ópera donde están proyectando unos audiovisuales creados por indígenas es sus cubiertas -o 'velas'-.
17 de septiembre

Para variar nos depertamos pronto, madrugamos y nos vamos a ver un edificio de Frank Gehry que está un par de manzanas por detrás del hotel: el Paberbag Building. Es parte del campus de una universidad.
Después y ya con el grupo nos vamos en ferry a Manly -llamado así porque supuestamente sus habitantes eran muy masculinos- en la punta norte que cierra la entrada a la bahía (North Head). Cruzamos un istmo y estamos ya en una playa en el Mar de Tasmania. Desde ella salen varias rutas por la North Head desde donde ver acantilados, edificios históricos y miradores hacia mar afuera y hacia la bahía de Sidney con el skyline del centro al fondo.
El paseo lo hacemos con Antxon y Pilar y también con ellos volvemos en un trayecto de ferry-tren-tranvía hasta el mercado central de pescado. Siempre son lugares curiosos pero la cantidad de especies desconocidas para nosotros le añade un plus. A la entrada hay pelícanos. Hasta que no tienes uno al lado no te haces una idea de lo grandes que son.
Volvemos -una vez más- a Circular Quay porque hemos quedado con Ángel, un viejo compañero de batallas de la comunidad fotográfica Caborian que vive aquí hace nueve años. Nos lleva -ferry+bus- a la otra punta de la entrada a la bahía, Watsons Bay en la South Head. Vemos de nuevo el Mar de Tasmania y tomamos algo en una terraza con unas vistas preciosas de la puesta de sol sobre el downtown. Volvemos al centro en un ferry rápido, nos despedimos y tomamos un tranvía al hotel. Un día muy completo, sobre todo para la tarjeta Opal.
Como curiosidad, aterrizando en Sidney desde el avión hice una foto donde se ve la entrada de la bahía con Manley (North Head) y Watsons Bay (South Head).
18 de septiembre

Nuestro último día en Sidney lo empleamos para hacer un tour a las Montañas Azules con Marc y un conductor local. En realidad no son montañas sino cerros testigos, restos de la erosión de los valles que los rodean. Otro parque nacional y también Patrimonio Mundial por la Unesco, y ya llevamos unos cuantos. El nombre se lo da el color de una característica neblina, aunque hoy está bastante despejado. Están a más de 100 kilómetros del centro de Sidney y si no fuera por un túnel que cruza media ciudad por debajo tardaríamos aún más para llegar a Katoomba, el pueblo de donde salen los senderos más sencillos (y turísticos). La ciudad es muy extensa, con casi 6 millones de habitantes y una distancia de 100 kilómetros de punta a punta.

Evitamos por consejo de Marc las 'atracciones' más turísticas como funiculares y otras y seguimos los senderos al borde del acantilado para ver las cataratas Katoomba, el mirador de Lady Darley y el de Echo Point desde donde se ve una formación rocosa llamada Las Tres Hermanas. Desde ahí nos movemos al pueblod e al lado, Leura, y hacemos otros pequeños tramos de sendero además de comer en una zona de picnic.
Para volver hacemos sólo una parte del recorrido en bus. A medio camino llegamos al río Parramatta y embarcamos en un ferry que además de ir bastante rápido no hace paradas intermedias y va directo a Circular Quay. Es una entrada espectacular por debajo del puente de la bahía. De ahí un tranvía a Chinatown y vamos a un mercado de souvenirs a hacer las compras de regalos que no faltan.
19 de septiembre

Volamos a Ayers Rock. Es el nombre del aeropuerto y el que dieron los colonos al inmenso monolito de piedra arenisca que venimos a ver, que ha recuperado su nomnre indígena: Uluru (con acento en la última sílaba). Nos instalamos en el Outback Hotel, que forma parte de un complejo turísticos con alojamientos de tres categorías, un camping y un pueblo artificial con supermercado y restaurantes. Estamos de nuevo en el Territorio del Norte y la hora vuelve a cambiar como en Darwin.

La única actividad de hoy es caminar a un mirador en una duna cerca del hotel para ver ponerse el sol sobre Uluru. A la vuelta cenamos con un método curioso: compramos carne cruda y la hacemos a nuestro gusto en las parrilas de picnic del hotel.
20 de septiembre

Salimos pronto para ver la salida del sol desde otro mirador. Es curioso como cambian las tonalidades de la piedra según va subiendo. Aunque en casi todas las fotos aparece rojiza, en realidad es gris pero está cubierta de un fino polvo rojo. Después nos acercamos al sendero que la rodea, Mala Walk, donde se pueden apreciar mejor las curiosas formas que ha hecho la erosión.
Paramos a mediodía cuando más aprieta el sol, comemos en el pueblo y volvemos para ver la formación Kata-Tjuta, que también forma parte del parque nacional (y Patrimonio de la Unesco). Se trata de 36 colinas de conglomerado con formas redondeadas y donde vamos a recorrer un sendero por la garganta -Walpa gorge- que separa las dos más altas.
A la vuelta de la caminata nos recoge Bea, nuestra conductora, una italiana nacionalizada australiana muy simpática, que habla español y desborda energía. Tanta que se a apuntado al ejército australiano. Nos lleva a la parada final del día, otro mirador para ver de nuevo la puesta de sol pero algo diferente de ayer. Primero porque estamos más cerca. Y segundo porque hay muchos más autobuses y todos tenemos un refrigerio con cosas para picar y champán. Melani, Pepa y yo montamos una barrera -física y pasivo-agresiva- para que no nos coman el terreno unos japoneses. De vuelta al hotel después de varias botellas, Marc nos pone 'Amigos para siempre', la canción que hizo famosos a los Manolos en las Olimpiadas de Barcelona 92.
Pero el día no ha terminado. Una parte del grupo subimos a un pequeño mirador dentro del complejo. Hay luna nueva, poca contaminación luminosa, está despejado y podemos ver la Vía Láctea de nuevo, y además las Nubes de Magallanes (estas sólo en fotografía). Joan pincha música alternando Pink Floyd cuando estamos solos con Sergio Ramos cuando llega compañía para echarlos.
Reducir la actividad a ver unos monolitos de piedra desde miradores o senderos podría parecer una experiencia limitada, pero el paisaje, la historia, la geología, el clima y la cultura indígena hacen que merezca la pena sin duda venir a un lugar tan aislado como este. Y por supuesto el cielo nocturno. 21 de septiembre

Tempranos damos un paseo hasta el pueblo, en nuestro alojamiento la opción de desayuno más económica cuesta como 80AUD. Nos trasladamos al aeropuerto y volamos a Melbourne. Por el camino vemos lagos salados, algunos con agua procedente de la cordillera divisoria de la costa este, inmensas minas y lo que parecen campos de petróleo.
Llegamos a media tarde y hace bastante frío. Estamos a menos de 10 grados con humedad y viento. Nos instalamos en el Batman's Hill on Collins Hotel, cuyo nombre no viene del superhéroe sino de John Batman, el primer colono en establecerse en la bahía de Melbourne, que es enorme (más de 70km). Sus métodos no fuero precisamente ortodoxos.

Salimos a dar un paseo nocturno hacia la zona de ocio a ambos lados del río Yarra. El próximo sábado es la final de la Liga de Fútbol Australiano y la ciudad es un hervidero. Como curiosidad etnográfica cruzamos un casino. No hemos estado en Las Vegas pero supongo que son igual de horribles. Volvemos al hotel en un tranvía. En el centro son gratuitos, aunque en un área relativamente limitada. Algunos son -o parecen- antiguos.
Cenamos juntos en un reservado en el Mail Exchange Hotel: coliflor al horno y linguine con pesto.

22 de septiembre

Salimos sin mucha prisa a pasear por el centro. Hace menos frío que anoche. Nuestro hotel está en la calle Collins y vamos por ella hasta las perpendiculares más comerciales como Elizabeth St. Esta parte de la ciudad es una cuadrícula y las calles que van de este a oeste están duplicadas, por cada una principal como Collins hay la correspondiente Little Collins, que hace de calle de servicio para no usar las principales para entrada de mercancías. Entramos en un edificio similar al Queen Victoria de Sidney, -histórico convertido en centro comercial de lujo-, el Royal Arcade. Al igual que allí los edificios históricos se entremezclan con arquitectura moderna en forma de torres de acero y cristal. Hay un callejón dedicado a los AC/DC.
Seguimos hacia el este con edificios históricos como el antiguo Comercial Bank of Australia, Tasma Terrace o la catedral de St Patrick.
Salimos de nuevo a las riberas del río, volvemos al hotel y después de comer vamos de nuevo en autobús a Phillip Island. Además de ser famosa por el gran premio de MotoGP, tiene mayor colonia del mundo de pingüinos azules -Eudyptula minor novaehollandiae-, los mismos que vimos en la península de Otago en Nueva Zelanda. Vemos el circuito por fuera, ualabíes de pantano por el camino, unos miradores en unos acantilados donde hace un viento infernal y finalmente vamos al centro de visitantes Penguin Parade, donde pagando una entrada vemos subir a los pingüinos a la caída del sol desde unas gradas. Se supone que está prohibido hacer fotos, pero esto es un cachondeo y quien más (los chinos) y quien menos se salta la norma de manera más o menos descarada.
23 de septiembre

Empacamos las cosas y salimos temprano hacia el oeste por la carretera del océano, pasando por poblaciones costeras -muchas de vacaciones y donde se jubila la gente- como Anglesea o Lorne. También por playas míticas para los surferos como Bells Beach, protagonista en la película Break Point aunque en realidad no se rodó aquí.
La Great Ocean Road fue contruida para transportar madera para la construcción de Melbourne y en muchos tramos serpentea pegada al oceáno subiendo y bajando altitud y con miradores espectaculares. Paramos a comer en Apollo Bay donde compartimos un fish and chips de tiburón en George's.
Seguimos camino pero la carretera se mete hacia el interior en el Parque Nacional Great Otway donde hacemos una caminata por el bosque húmedo viendo eucaliptos (es un bosque, no una plantación monocultivo) y helechos gigantes.
Un poco después hacemos una parada apresurada porque Marc ha visto un koala. Es una hembra con un joey en el marsupio, y alrededor hay unos cuantos más, aunque en ramas muy altas.
A partir de aquí ya no paramos hasta llegar a nuestro destino final, unas agujas rocosas de piedra caliza que fruto de la erosión del mar se han separado del frente de los acantilados. Actualmente quedan ocho. Se pueden ver desde unos miradores con parking y está lleno de gente. Hace un viento endiablado -a pesar de eso están volando helicópteros- y hay advertencias de que hay serpientes. Venenosas y sin antídoto.
Estamos al lado de Port Campbell, donde está nuestro motel. Cenamos todos juntos en el 12 Rocks, no hay mucha alternativa.

24 de septiembre

Desayunamos y volvemos a los 12 Apóstoles para verlos y fotografiarlos con distinta luz, y así lo hacemos. Pero cuando estamos en el mirador se desata el diluvio universal y llegamos empapados al autobus. En el motel nos ceden amablemente un par de habitaciones para cambiarnos o secarnos. Seguimos por la carretera y dentro del mismo parque nacional vemos otras formaciones rocosas como London Bridge, Bay of Martyrs o Bay of Islands. Como curiosidad, en el sitio de desayuno coincidimos con un grupo de españoles que van haciendo un 'viaje de autor' con un 'creador de contenido'. Por lo que cuentan van a ver lo mismo que nosotros más Tasmania en una semana menos.
Siguiendo la costa llegamos a la reserva de Tower Hill, con forma de isla dentro de un antiguo crater volcánico a la que han habilitado un acceso para visitarla. La isla tiene poco más de un kilómetro cuadrado pero en ella vemos más de una docena de koalas, emúes y un montón de aves.
Abandonamos la carretera de la costa y nos dirigimos al interior, en dirección a Halls Gap The Grampians National Park, una zona montañosa. Nada más llegar al pueblo empezamos a ver ejemplares de canguro gris oriental -Macropus giganteus- por todo el pueblo. Antes de descargar las cosas y hacernos con las habitaciones del Motel Gariwerd nos vamos a un campo de fútbol -australiano, ovalado- al lado del hotel donde están pastando al menos una docena. No les preocupa en absoluto nuestra presencia o la de otros residentes. También hay aves como el kookaburra -Dacelo novaeguineae-, una especie de alción o martín pescador del tamaño de una gaviota.
25 de septiembre

Nos levantamos temprano y volvemos al campo de fútbol, donde están de nuevo los canguros. Esta vez hay un macho. Además de más grande está tremendamente musculado. Ni una coña con él. En lo alto de un árbol hay una cacatúa blanca -Cacatua galerita- como las que hemos visto por todo el país. Son tremendamente ruidosas.
Desayunamos en Flame Brothers y salimos para un día tranquilo. Vamos a visitar los alrededores y hacer alguna caminata tranquila a algún mirador y alguna cascada como las Silverband Falls. Para verlas atravesamos un boque quemado y vemos cómo los árboles se recuperan después. También vemos una zona de pozas y mini cascadas, Venus Baths.
Volvemos a Halls Gap, compramos algo en el super y comemos en un área de picnic. Estamos rodeados de pájaros, algunos como las cacatúas y las kookaburras a cual más cabrón robando la comida a los niños.
Por la tarde hacemos otra excursión a un mirador desde donde se ve todo el pueblo, el valle y el embalse que hay en él, y las cataratas MacKenzie, para las que hay que bajar -y subir- 260 escalones.
26 de septiembre

Madrugamos y volvemos al campo de canguros, aunque ya casi nadie hace fotos. Sólo de otro kookaburra.
Desayunamos y empezamo el viaje de vuelta a Melbourne, esta vez por el interior, en dirección la ciudad de Ballarat, famosa por haber sido el centro neurálgico de la fiebre del oro a mediados del S.XIX. Sigue conservando algunos de los edificios de aquella época.
De vuelta en Melbourne en lugar de ir directos al hotel pasamos por el circuito de Fórmula Uno de Albert Park, que cuando no está en uso es una calle transitable. En el medio hay un lago con cisnes y una buena vista del downtown.
Comemos en la habitación, esta vez nos ha tocado una con terraza y vamos a dar un penúltimo paseo. Después cenaremos de nuevo en el reservado del Mail Exchange.
27 de septiembre

Nuestro vuelo sale tarde así que después de desayunar podemos dar un último paseo por la ciudad con Antxon y Pilar, dejando antes las maletas en el guardaequipajes del hotel porque el checkout es a las 10. Vamos al Queen Victoria Market donde la oferta de fruta, verdura, carne y pescado es casi infinita.
Después cruzamos a Carlton Gardens, donde esá el Royal Exhibition Building, victoriano y Patrimonio de la Unesco aunque ahora está cerrado. Detrás está el Museo de Melbourne pero todas las exhibiciones son de pago y apenas nos queda tiempo.
Volvemos cruzando el barrio chino y llegamos justos para cargar las maletas e ir al aeropuerto. El viaje de vuelta será más largo -25 horas de vuelo y 6 de escalas- y un retraso en el Hong Kong - Madrid nos obliga a ir corriendo y saltándonos todas las colas para llegar por los pelos al de Coruña. Epílogo

A pesar de haber pasado por cinco ciudades importantes, hemos estado en más de 15 parques nacionales por lo que nos llevamos una buena dosis de naturaleza australiana, y el reloj dice que hemos caminado más de 15 mil pasos al día. Si no he contado mal hemos visitados 7 sitios catalogados por la Unesco como Patrimonio Mundial, y la selección de sitios -sin conocer el país- me ha parecido muy acertada. Gracias a Marc y al grupo por todo.

Notas de viaje

El país es muy seguro, puedes dejarte el móvil o lo que sea en cualquier lado que no pasa nada. Y se puede pagar con tarjeta o teléfono por todas partes (acabamos pagando alrededor de un 1% de comisión de cambio). De hecho en algunos sitios no admiten cash.

En todos los hoteles hemos encontrado lavanderías para los huéspedes con máquinas de moneda o tarjeta. Esto facilita la logística del que viaja ligero tremendamente. Además en los supermercados se pueden comprar fármacos antigripales y otros lo que también ha hecho más llevadero algún momento. No digo que debamos importarlo, pero viajando es una comodidad.

Pero una de las cosas que más me ha gustado es el uso público del espacio público, algo que aquí estamos perdiendo -en algunas ciudades de manera escandalosa- en favor de los negocios privados. Y estamos hablando de un país que ocupa el puesto 7 en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas (España es el 28). Además en casi todas las ciudades el transporte público es estupendo.

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