domingo, septiembre 01, 2019

La crónica de África del Este: Ruta del Lago Victoria

(esta entrada recoge una selección de fotos. en la anterior están las galerías completas)

3 de agosto

Volamos a Entebbe, el aeropuerto internacional de Kampala, capital de Uganda. Hacemos escala en Estambul (casi estrenando el nuevo aeropuerto con muchas partes sin terminar), en Kigali (Rwanda) y llegamos de madrugada. El viaje lo hemos contratado con Kananga y lo haremos en un camión todo terreno en un grupo de 20 viajeros y 4 tripulantes (guía, conductor, cocinero y ayudante de cocina)

Nuestro guía se llama Jordi, es andorrano y tiene muchos años de experiencia de viaje por toda África. Sus consejos serán fundamentales para todo. Cada noche durante la cena tendremos un briefing del día siguiente. Nos recogen a la salida del aeropuerto y para salir hay follón y coches en doble o triple fila. Matatiso sana, muchos problemas. Tengo el swahili menos oxidado de lo que pensaba. Dormimos un par de horas en un hotel cercano al aeropuerto, el Peniel Beach.

El camión está acondicionado en la parte de atrás con dos partes diferenciadas: la posterior y más grande son dos bancos corridos enfrentados en los que el asiento y el respaldo son contenedores, cada uno para dos viajeros. Las ‘ventanas’ son lonas con partes transparentes que llevaremos cerradas cuando circulemos a mucha velocidad y abiertas cuando vayamos despacio, haga calor o haya algo que ver.

Nos pasaremos el viaje advirtiendo a gritos “¡rama!!” cuando pasemos cerca de un árbol y haya que protegerse de la entrada de ramas por los laterales. Sobre todo si son acacias, llenas de agujas punzantes. 

La más cercana a la cabina, más elevada, está cubierta de colchones y cojines: es el chill-out; tiene el techo practicable para ponerse de pié y ver fauna. Oculta debajo varios contenedores, entre ellos un enorme arcón congelador. Nos rotaremos -o algo así- para viajar sentados abajo o tumbados arriba, incluso durmiendo.

La parte de abajo del camión está llena de compartimentos donde van las tiendas, las mesas y sillas y todo lo que lo convierte en una auténtica casa sobre ruedas. Vamos a hacer una ruta en él rodeando el lago Victoria por tres países: Uganda, Kenia y Tanzania.

4 de agosto

Hay que salir temprano y antes hacer algunos trámites como cambiar moneda local, el chelín ugandés. Un desayuno fuerte y salimos de ruta hacia el norte por la circunvalación de Kampala, donde empezamos a ver y saborear los colores, olores y el caos de África del Este. Y también lo que nos acompañará la mayor parte del camino, las pistas de arcilla roja.

Vamos camino de Masindi pero con una parada programada: una visita a la reserva de conservación de rinocerontes de Ziwa. En libertad están extinguidos en el país gracias a la caza indiscriminada de los británicos que remató Idi Amin Dada, que gobernó como dictador entre 1971 y 1979. Es una reserva cerrada con una valla perimetral pero con un tamaño inmenso, los ranger tienen que moverse en jeep y localizarlos con gps.

Una vez localizado un grupo, vamos a verlos haciendo un trekking a pié a distancias de unos cien metros y con rebaños de vacas compartiendo el terreno, completamente embarrado. Aunque nos garantizan que es seguro es una sensación extraña estar delante de un bicho de tres toneladas, con dos cuernos enormes y que puede correr más rápido que tú, aunque sea herbívoro. El rinoceronte blanco -Ceratotherium simum- es el segundo animal terrestre más grande después de los elefantes.

Esta noche dormiremos en el hotel colonial Masindi, donde Humphrey Bogart y Katharine Hepburn se alojaron durante el rodaje de la película La Reina de África. Tiene un edificio central y unos bungalows que conservan el encanto de la época pero está un poco destartalado. Al menos las mosquiteras están en buen estado.

5 de agosto

Hoy vamos a cruzar la entrada Kichumbanyobo del parque nacional Murchison Falls, nuestro destino durante tres días. La actividad de hoy es un trekking guiado por el bosque de Budongo, donde hay una colonia de chimpancés. Haremos dos grupos, uno por la mañana y uno por la tarde. Nosotros vamos en el segundo, y por la mañana caminamos por la pista de tierra que recorre el parque de norte a sur, viendo por el camino babuinos y un sinfín de mariposas.

El trekking de la tarde no es muy complejo, pero sí lo es localizar chimpancés (Pan troglodytes schweinfurthii). El bosque es bastante espeso y nos cuentan varias historias de grupos perdidos en la noche a los que ha tenido que rescatar el ejército. Finalmente vemos algunos grupos familiares encaramados en lo alto de unos árboles enormes y de lejos alguno caminando por el suelo. Desde las alturas nos tiran restos de fruta y… excrementos.

Ya hay poca luz y cuesta distinguirlos, no digamos ya fotografiarlos.

Dormimos en un eco-lodge de la propia reserva, con cabañas bastante rústicas pero agradables y en mitad del bosque: si tienes problemas para dormir con ruido, quizás no sea tu sitio. Las ventanas tienen mosquitera pero no cristal.

6 de agosto

Seguimos camino dentro del parque y cruzamos el Nilo Victoria en el ferry de Paraa. Uno de los últimos cruces ya que la cooperación (o algo así) China está terminando un puente justo al lado. Mientras esperamos nos unimos a un grupo de mujeres que cantan y bailan. El ferry es una barcaza en la que a duras penas cabe nuestro camión.

Hoy haremos nuestra primera acampada libre en mitad del parque nacional y nos acompaña un ranger del parque armado con un fusil AK47 (es en el único país donde veremos esto). De camino al área de acampada ya podemos ver cobos de Uganda y topis (dos tipos de antílope), facoceros, jirafas y varias aves como calaos, águilas o abejarucos de colores muy vistosos.

Usamos unas tiendas de campaña muy amplias y recias tipo militar compradas en Sudáfrica y las montamos en una explanada cerca de otro brazo del río, el Nilo Blanco. Desde ella se pueden ver unas montañas que ya son el Congo… y una manada enorme de búfalos (Syncerus caffer). Detrás de unos matorrales cavan un pequeño hoyo y nos explican la cortesía para el uso del improvisado toilette: si en una determinada rama hay un rollo de papel, es que está libre. También como a los niños pequeños nos advierten de que lo usemos antes de acostarnos y que bajo ningún concepto salgamos de las tiendas por la noche.

Por la tarde haremos nuestra primera salida con el camión para localizar fauna en el parque. Lo que antes de venir llamábamos hacer safari -que en realidad significa viaje en swahili- y que aquí llaman ‘game drive’. Vemos la manada de búfalos de antes, hipopótamos, más cobos y topis, facoceros, jirafas, grullas crestadas (el ave nacional, está en el escudo del país), cormoranes, cobos de agua y finalmente, oculta entre las ramas de un árbol, la primera leona. Aquí es uno de los pocos sitios donde los leones se suben a los árboles, supuestamente para estar a resguardo de la mosca tse-tse (que haberlas, hailas). De otro árbol cuelga una cría de antílope quizás cazada por un leopardo.

Las comidas y cenas en los campamentos se hacen en una mesa corrida alargada y son abundantes y variadas. Nuestro cocinero Stefano es un gran chef capaz de hacer bizcochos y pizza en una hoguera de leña. Colaboramos a montar y desmontar. Hay unos contenedores enormes de agua para beber y cargar las cantimploras.

7 de agosto

Por la mañana madrugamos para un nuevo game drive y tenemos premio: vemos a un grupo familiar de leonas y cachorros dando buena cuenta de lo que parecen los restos de algún antílope. Más animales como los de ayer y el primer grupo de elefantes.

Después del game drive embarcamos para remontar el río hasta las cataratas que dan nombre al parque y donde el Nilo se encañona en poco más de 8 metros de ancho, cayendo con una violencia impresionante. Vamos en un barco grande, con dos pisos. Vemos cocodrilos, hipopótamos y muchos pájaros, sobre todo abejarucos y martínes pescadores. También una escena curiosa: un hipopótamo muerto inflado como un globo y flotando boca abajo, y un grupo de cocodrilos dando buena cuenta de él mordiendo un trozo y girando sobre sí mismos.

Desembarcamos cerca de las cataratas Murchison y terminamos la ruta a pie hasta donde nos esperan con el camión. Montamos el campamento con algo de lluvia y nos bañamos en el Nilo. Es una zona de corrientes fuertes con unas pozas que ofrecen algo de protección. En las zonas más calmadas hay un gusano parásito llamado bilharzia y no es muy recomendable bañarse. El lago Victoria está atestado. También aprovechamos para lavar algo de ropa.

Después de cenar cantamos alrededor de la hoguera y yo me separo un poco para ver y fotografiar la Vía Láctea, estamos muy apartados de cualquier núcleo urbano o algo que se parezca.

8 de agosto

Hoy salimos del parque haciendo game drive de nuevo, y tenemos luego un trayecto largo (en tiempo) hacia Kampala. La capital del país tiene más de un millón y medio de habitantes y es una de las ciudades más vibrantes y caóticas de África. Nos alojamos en el hotel Speke, que funciona desde 1920 y fue nombrado así por el explorador británico que descubrió el lago Victoria.

Antes de cenar damos una vuelta guiada por Jordi por zonas de mercado y por la estación de autobuses, probablemente el sitio más caótico de la ciudad más caótica. Si un extranjero recién llegado es capaz de coger el matatu (pequeñas furgonetas de 10-12 plazas) correcto al destino que quiere, deberían darle la nacionalidad. Otra forma de moverse rápido por la ciudad es de paquete en una motillo taxi contratada con una app al estilo de Uber.

También visitamos una zona de tiendas de souvenirs agrupadas en una plaza y orientadas a turistas, donde Lorena compra una tela después del correspondiente regateo que finaliza pidiéndole al vendedor alguna moneda. No tienen ningún valor práctico así que es la única manera de conseguirlas, en la economía real sólo usan billetes. Y pago por SMS.

Cenamos en un sitio muy grande con una terraza abierta interior. Comida local, en mi caso carne de cabra (mbuzi), y muy bien atendido. Y hasta soy capaz de recordar el poco swahili que aprendí en Tanzania en 2008.

- Maji nyingine tafadhali (por favor, otro agua).
- Baridi? (fría?).
- Ndio (si).

En Uganda hay más de 100 lenguas de diferentes etnias y grupos. El swahili y en menor medida el inglés son lingua franca.

9 de agosto

Después de dormir poco por tener fiestón en el hotel justo delante de nuestra habitación a pesar de las protestas en recepción, vamos a un centro comercial enorme a por víveres. La tripulación va a cargar el camión y nos sugieren que hagamos lo propio si queremos bebidas o snacks para el camino. Hacemos la compra en un hipermercado grande y muy bien atendido y surtido… a precio occidental. Un sitio al que los locales no creo que vayan masivamente.

Salimos de Kampala en dirección a Jinja, donde el lago Victoria desagua al Nilo en las cataratas Owen, donde hay una presa. Según se mire es la presa más grande del mundo porque embalsa uno de los lagos más grandes del mundo. Nos advierten que en la presa y los puentes cercanos no se puede hacer fotos por seguridad nacional.

Paramos para comer en un área donde están las fuentes del Nilo (si consideramos así el desagüe del lago) y donde hay un monumento a Speke. Estamos rodeados de árboles cargados de cercopitecos verdes (Chlorocebus pygerythrus), y vemos a muchos juveniles jugando de manera muy… ¿humana?

Nos alojamos en el Explorers River Camp a orillas del Nilo. El plan original era dormir en tiendas del propio camping en la ladera que baja al río, pero ha habido algún problema y nos hacen un upgrade a bungalow. Son sencillos pero tienen ducha.

En la recepción se puede dejar ropa a lavar y contratar actividades para el día siguiente. Lorena irá a una visita guiada. Yo iré a hacer rafting. Lo de lavar la ropa es ya imperioso pero llueve al día siguiente así que nos la llevaremos casi empapada. La secaremos algo la segunda noche tendida dentro del bungalow.

El camping tiene un bar con una terraza con unas vistas espectaculares al atardecer y una zona habilitada para barbacoa donde comeremos nuevas exquisiteces de Stefano.

10 de agosto

El día amanece lloviznando pero voy a hacer rafting, así que ¿qué coño? Nos recogen en unos pequeños autobuses y nos llevan al río. Vamos en balsas de cinco más el guía. El tramo que vamos a hacer está marcado con grado cinco, la máxima dificultad.  Aunque en realidad es un grado seis, es decir, un río no navegable: hay un trozo que tendremos que hacer por tierra para salvar una catarata enorme. Sin embargo, la única vez que volcamos lo hacemos a propósito. La temperatura del agua es mucho mejor que la de fuera, así que se está mejor cuando te caes. En un tramo calmado del río nos esperan con una barcaza enorme donde comemos algo antes de continuar.

El grado supongo que es relativo, pero recuerdo mucho más terrorífica la experiencia en el Zambeze, aunque quizás era por ser la primera y por ser mucho más consecutivas las zonas complicadas. Jordi me dice luego que ya sólo puedo ir a peor, ya he hecho los dos mejores rafting del continente.

Una ducha caliente y a cenar, que hoy es el primer día que nos lo ganamos de verdad.

11 de agosto

Hoy cruzamos la frontera con Kenia en Busia para ir directos a la población de Kisii. El trayecto es largo y el proceso en la frontera es algo tedioso aunque ya tenemos el visado, que hemos sacado con antelación y vale para Rwanda, Uganda y Kenia (East Africa Tourist Visa, 100$). Y cambiamos moneda de nuevo, chelines kenianos. Esta vez pocos porque habrá pocas oportunidades de gastarlos.

Nos alojamos en un hotel local moderno, con buenas instalaciones en donde volvemos a tender la ropa dentro de la habitación -enorme- a ver si se termina de secar. Tiene varios edificios y cenamos en un cenador muy bien acondicionado aunque no muy fácil de encontrar, el sitio es un pequeño laberinto arbolado que parece un botánico, con las especies identificadas.

12 de agosto

Hoy entraremos en la reserva de Masai Mara por la puerta Oloololo y nos alojamos cerca de ella en una zona de acampada montando las tiendas haciendo un pequeño círculo. Compartiremos el espacio con otro grupo y otro camión de Kananga. Y aprovechamos que hace mucho sol para tender todos la ropa en el suelo delante de las tiendas para que se termine de secar.

Los game drive en Masai Mara no serán en nuestro camión sino en unos Land Cruiser abiertos por arriba y con conductor y guía masai. Además de los animales que ya vimos en Uganda empezamos a ver por algunos lados parte de la ‘big migration’, manadas enormes de cebras y ñúes haciendo su migración anual en busca de pasto.

También un antílope nuevo, el impala (Aepyceros melampus).

Nos acercamos al río Mara y vemos a manadas de cebras esperando a decidirse y cocodrilos esperando el cruce de algún desafortunado. En alguna acacia grande vemos pequeños grupos de buitres. Aquí todos tienen su lugar en la cadena trófica.

También vemos un león macho y a lo lejos un rinoceronte -esta vez en libertad- con lo que sólo nos faltaría un leopardo para de algún modo completar el ‘big five’. Se trata de una lista de la época de caza con los cinco más preciados: elefante, rinoceronte, búfalo, león y leopardo.

Los jeeps nos dejan en el campamento, mañana repetiremos la jugada. Por detrás de las tiendas vemos y oímos a las hienas. Es muy importante que no quede absolutamente nada de comida fuera. También hay mangostas. Por la noche oímos algún rugido. Según nos dicen los de un león macho puede oírse a 3 ó 4 kilómetros.

13 de agosto

Nos levantamos antes de que amanezca, desayunamos fuerte -como todos los días- y salimos viendo asomar el sol. Hace un poco de frío a esta hora todavía.

A lo lejos vemos empezar a volar un gran número de globos aerostáticos. Es una de las principales atracciones en Mara. Desde donde estamos vemos unos veinte así a ojo. Cada uno con ocho clientes. Cada uno ha pagado 400 dólares. Cada día. La multiplicación marea un poco. Además salvo que vayas a estar algún día más, la perspectiva a ras de suelo es muy diferente.

Salimos hacia el noroeste y después de una pequeña subida vemos unas aldeas -bomas- masai con su característico cercado de ramas de acacia muy denso para proteger el ganado. Y a lo lejos chacales.

Los guías han visto algo en un árbol y después de esperar un buen rato (en el que llegan muchos más jeeps) vemos bajar a un leopardo. Ya tenemos el big five. No sólo no se asusta con los vehículos sino que nos usa como pantalla para que no le vea (y quizás huela) un grupo de impalas que hay al lado del río.

Siguiendo por el camino en mitad de una gran planicie nos encontramos en el medio de una manada inmensa de ñúes con algunas cebras por el medio.

Y no muy lejos hay una zona de arbustos con un grupo de guepardos a la sombra. También unas hienas y un grupo de buitres. Ha debido haber una noche productiva de caza y todos reclaman su parte.

Un poco más adelante hay un grupo de avestruces con su característico plumaje diferenciado por sexos, negro y blanco para los machos, pardo para las hembras. Se reparten la incubación de los huevos por la noche y el día que aquí, cerca del ecuador, es todo el año al 50%.

Poco después en un montículo hay varios leones, machos y hembras. Tampoco les preocupa la presencia de los jeeps -ahora somos muchos ya- y uno de ellos se refugia del sol bajo uno de los nuestros. Así que toca esperar a que se digne a levantarse para seguir camino.

Después de eso nos acercamos de nuevo al río Mara a esperar a ver si se produce algún cruce masivo. Hay una manada grande de cebras esperando pero finalmente no se deciden a cruzar. En el río también hay un gran número de hipopótamos que aunque son herbívoros son muy agresivos y limitan los sitios por donde cruzar.

Terminado el game drive de hoy volvemos al campamento y nos despedimos de Masai Mara

14 de agosto

Levantamos el campamento, al camión y a la carretera. O lo que sea, porque está llena de obras y desvíos por pistas aún peores. Pero antes de que amanezca hago una foto del cielo con una posición de las constelaciones Orión y Tauro un poco diferente a lo que estamos acostumbrados a 43º norte.

Vamos camino de la bahía de Homa en el lago Victoria, y desde la población de Mbita cruzaremos un puente a la isla de Rusinga, haciendo antes una parada técnica para reponer verdura, fruta y otros frescos.

Vamos al Rusinga Island Lodge que tiene en sus instalaciones un aeródromo. De hecho para llegar a la zona de acampada tenemos que cruzar la pista (de tierra/hierba). El complejo tiene una zona de acampada, que será la que usemos, y una zona de bungalows con piscina y bar que también podemos usar. Pero eso no será hoy, porque enseguida montamos con un equipaje ligero en una embarcación parecida a un cayuco para ir a otra isla más pequeña, Takawiri.

Nos alojaremos en el resort con el mismo nombre que tiene unas tiendas similares a las que cargamos en el camión pero ya montadas. Y con camastros tipo militar para no dormir en el suelo. Y duchas con agua caliente. Un lujo. Cerca de la zona de las tiendas hay un edificio donde cocinar y comer, y en el edificio principal un bar a la altura de los clientes occidentales que visitamos el lugar.

También tiene una playa de arena blanca preciosa en la que no es una buena idea bañarse por la bilharzia. Hoy tenemos una jornada de relax bajo las palmeras de la playa. Aunque estén llenas de murciélagos enormes que se ponen en marcha -en realidad en vuelo- en cuanto anochece.

15 de agosto

Embarcamos en nuestro cayuco para hacer un safari acuático alrededor de la isla de Mfangano, al lado de la nuestra y mucho más grande. Está llena de aves acuáticas: cormoranes, ibis y muchos tamaños de garza/garceta. Todos subidos a unos árboles grandes y frondosos con las hojas teñidas completamente de blanco por… en fin, ya se sabe. También hay unos varanos enormes por las rocas de abajo supongo esperando a comerse los huevos de algún despistado.

Volvemos a la isla de Takawiri pero no desembarcamos en el resort sino en otro lado para dar una vuelta a la isla andando. Por el camino vemos a las comunidades locales, la escuela e incluso la recogida de un cerco de pesca desde la playa. Han pescado un par de tilapias, un pez grande de carne blanca muy abundante -y sobrepescado de forma industrial- en todo el lago Victoria.

Por la tarde volvemos en nuestro cayuco a Rusinga y esta vez sí que disfrutamos de la piscina, una ginger beer en el bar y un atardecer precioso en el muelle del resort.

16 de agosto

Nos ponemos de nuevo en ruta, hoy tenemos un nuevo cruce de frontera para entrar en Tanzania por Isimbania. De nuevo trámites y aquí sí, nuevo visado. El East Africa no incluye Tanzania. Otra vez a cambiar dinero y otra vez chelines -shillings en inglés, shilingi en swahili- pero Tanzanos. Tenemos ya un poco de cacao en el bolsillo.

Entramos por el norte en el parque nacional del Serengeti por la puerta de Fort Ikoma. Mientras hacen los trámites bajamos del camión y damos una vuelta sin alejarnos mucho. Estamos en un montículo desde el que podemos ver -algo lejos- unos cuantos leones. También uno de los pájaros más bonitos de esta zona, el estornino soberbio (Lamprotornis superbus).

Hoy nos tienen reservada una sorpresa, nos vamos a quedar dos noches en un campamento, pero no uno cualquiera. Es propio de Kananga y tiene montadas unas tiendas enormes con camas de verdad, alfombras y baño completo con ducha. También un pequeño porche con unas sillas para poder ver tranquilamente los ojos de las hienas por la noche. Y unas zonas comunes con comedor, sofás con revistas y libros de viajes, luz proveniente de paneles solares y… wifi. La pirámide de Maslow ya está completa.

Para la ducha, que está en la tienda pero no techada, nos van trayendo cubos con agua calentada en una hoguera. Una cena con algo más de comodidades y a descansar. También se puede dejar ropa a lavar aunque quien lo hace descubre el precio de este tipo de campamentos.

17 de agosto

Salimos a hacer game drive de nuevo en el camión y casi al principio vemos a un grupo de leonas acechando a una larguísima hilera de búfalos, buscando al más débil. Después de un rato de esperar algo de acción que no sucede, seguimos camino.

A lo lejos vemos a una hembra de leopardo con un cachorro. Éstos aprenden todo de sus madres. A cazar e incluso a reproducirse, con prácticas incluidas.

Un poco después vemos nuestra primera escena de caza completa: una leona dando caza a un antílope, una gacela de Thomson pequeña.

Y un pájaro secretario caminando elegantemente.

La siguiente escena es de todo menos elegante. En un área donde se puede parar, comprar un refresco y quizás un souvenir, vemos desde un mirador una charca enorme y completamente atestada de hipopótamos. Pero no se puede ver nada de agua porque sobre ella flotan ingentes cantidades de los excrementos de los moradores, apoyados unos sobre otros y con pequeñas trifulcas ocasionales. Aunque es bastante grande es literalmente una charca de mierda.

De vuelta al campamento vemos a un grupo familiar de elefantes, acacias con buitres y calaos y un atardecer africano maravilloso.

Esperando a la cena se monta un fuego de campamento desde donde ver las estrellas y la Vía Láctea. Eso de montar un trípode en la oscuridad y esperar tu foto de larga exposición vigilando por si se acercan las hienas le da un valor extra a la fotografía de paisaje astronómico.

18 de agosto

Salimos de nuevo por la mañana a hacer game drive pero con el camión cargado ya, no volveremos a dormir al Special Tented Camp hoy.

Vemos marabúes -unas aves enormes y feísimas- encaramadas a una acacias y grupos grandes de gacelas. También nos acercamos a un montículo grande de granito -un kopje- donde descansa un grupo de leopardos observando impasibles la procesión de vehículos que estamos ahí por ellos.

En otro kopje cercano hay un grupo de babuinos acicalándose mutuamente. Por el camino vemos más grupos de jirafas entre las acacias, familias de elefantes, leones a la sombra del sol abrasador del mediodía y un gran macho de antílope de agua -Kobus ellipsiprymnus- muy lejos de ella.

Hoy tenemos un trayecto largo por una pista recta en dirección sur a la puerta Naabi. Son muchos kilómetros de una pista polvorienta en donde se entiende mejor lo que significa Serengeti: planicie infinita. Hay algunos tramos en donde mires hacia donde mires no hay nada. Ni un arbol, ni un kopje, ni rastro de una pequeña elevación. Sólo una pista recta en la que puedes ver a lo sumo el rastro de polvo de otro vehículo.

Naabi Hill Gate está en una pequeña elevación y tiene un mirador, un sitio donde tomar algún refresco y las oficinas administrativas del parque. También hay pequeños ratoncillos (Arvicanthis niloticus), lagartos de colores, más estorninos soberbios y algún marabú (Leptoptilos crumenifer) caminado entre los turistas. Hasta que no los ves cerca en el suelo no te das cuenta de lo grandes que son, hasta un metro y medio de alto.

Poco después entramos en otra área protegida: la zona de conservación del Ngorongoro. Las tasas para permanecer en ella son diarias así que aunque hasta mañana no visitaremos su principal atracción -el gran cráter- el tiempo empieza a correr.

La pista empieza una subida con alguna zona en peor estado y pasamos de una sabana casi sin gran vegetación a un bosque tropical muy denso. Llegando a la parte de arriba pasamos rápido cerca de una aldea masai y paramos lo justo para hacer un par de fotos antes de que alguien venga a reclamar su propina. Esto no podría verse en el Serengeti: fueron expulsados del parque hace décadas.

El anillo que rodea el cráter está por encima de dos mil metros y hace frío, bastante frío. Montamos el campamento en una zona habilitada -Simba campsite- y nos arrimamos a una fogata. Los más valientes se dan una ducha. Cena caliente y a la tienda con todo lo que podamos abrigarnos, estamos muy poco por encima de cero grados.

Antes de acostarnos conoceremos a nuestros guías de mañana: en el cráter no se puede entrar con el camión y volveremos a hacer el game drive en unos Toyota Land Cruiser. La versión africana, mucho más austera y salvaje que la que se puede ver en occidente. Al menos esta vez tienen puertas y ventanas, no como los que usamos en Botswana que eran completamente abiertos.

19 de agosto

Hoy bajaremos al cráter del Ngorongoro. Tiene unos 30 kilómetros de diámetro y es el mayor cráter inactivo del planeta. La pendiente de la ladera interior es muy escarpada así que sólo hay una pista de entrada y una de salida. Por el mismo motivo hay grupos familiares de muchos animales que jamás han salido del cráter y otros que ni siquiera están presentes, como las jirafas. Pero la densidad de fauna es enorme, no en vano lo llaman a veces el Arca de Noé. También por el hecho de no tener salida toda el agua drena a una laguna salada interior.

Tiene zonas de vegetación abundante y zonas de sabana arbórea. Al ser más pequeño que el Serengeti y otras áreas abiertas la densidad de jeeps es muy grande. A veces parecemos una procesión.

A primera hora de la mañana hace mucho frío. El anillo está envuelto en niebla y sólo despejará abajo -el suelo del cráter está a 1800 metros, unos 600 por debajo- aunque hasta bastante tiempo después no subirá un poco la temperatura.

En las zonas arboladas vemos elefantes, martínes pescadores y facoceros.

En las zonas cerca del lago salado y torrentes vemos hipopótamos y flamencos.

Y en las zonas de sabana vemos gacelas, cebras y núes -estos no migran- y leones, muchos leones. También aves grandes: avutardas (Ardeotis kori) y grullas crestadas (Balearica regulorum).

Aun falta el espectáculo más impresionante que nos reserva el día; ocurre con un grupo de leonas enfrente de una hilera interminable de jeeps. Los leones machos son conocidos por matar a los cachorros que no son de su linaje, y hay dos machos sueltos -probablemente hermanos- acechando a un grupo de hembras con cachorros. Pero éstas no van a hacerlo fácil y hacen valer su mayor número para salvar -al menos de momento- a sus crías. La escena es muy violenta y muy rápida. Son unos pocos minutos que se nos hacen eternos. A la vuelta de la persecución para expulsar a los machos de la zona los cachorros reciben a sus madres arrimándose con mimos.

Poco después saldremos del cráter. Nuestras 24 horas que comenzaron al entrar en el área ayer están a punto de acabarse. Mientras nosotros estábamos en el cráter el camión ha seguido camino de Karatu, en la carretera que va hacia Arusha, la ciudad de donde parten la mayor parte de safaris.

Por la tarde vamos a visitar el lago Eyasi, que en esta época del año está prácticamente seco. Se va por una pista de tierra infame desviándose desde la carretera del Ngorongoro a Arusha. En la zona hay algunas de las tribus que conservan aún parte de su modo de vida ancestral, los Datoga y los Hadzabe son cazadores-recolectores. Por la pista veo una caseta con un logo familiar: el de Ingenieros Sin Fronteras (Uhandisi Usio Na Mipaka), la organización con la que viajé la otra vez a Tanzania en el mismo proyecto pero a otra sede, en Same.

Existe un programa de turismo comunitario por el cual pagando unas tasas se puede visitar sus aldeas con un guía. Los Datoga además de cazadores-recolectores son herreros, y fabrican puntas de flecha con diferentes formas según el animal a cazar con las que comercian con otras tribus. Lo mejor de la visita son las mujeres y los niños. Lo peor el patriarca del clan, muy mayor, completamente alcoholizado y que abusa de todos ellos. Unos jóvenes nos hacen una demostración del proceso de fabricación de puntas de flechas.

Dormiremos en una especie de camping sencillo, la última noche en tienda del viaje. Hay unas duchas un poco rústicas y hay que andar con mucho ojo porque es una zona bajo acacias y el suelo está lleno de pinchos. También hay que cubrirse bien al atardecer, es una de las zonas con más mosquitos por donde hemos pasado. A pesar del antimalárico -Malarone- y del repelente -Relec extra fuerte-, es mejor cubrirse con manga y pantalón largo y no andar en chanclas.

20 de agosto

Visitamos a la otra tribu al comenzar el día: los Hadzabe. También son cazadores-recolectores y nos muestran cómo cazan pequeños roedores que sobre la marcha cocinan y se los comen los niños. Para eso excavan en sus madrigueras y cuando salen los cazan con arco. Nos dejan probar los arcos aunque está claro que nuestra destreza está muy lejos de la suya. También cazan mamíferos grandes, a veces acechándolos durante días.

Los Hadzabe tienen una particular lengua que entre las vocales incluye algunas que suenan como clicks o chasquidos, los únicos que lo hacen además de los San de Namibia con los que parece están emparentados.

De vuelta a la aldea vemos sus casas, bailamos en círculo y compramos algunos souvenirs. Nos cuentan que tanto ellos como los Datoga están desapareciendo como tribus, en gran medida por el VIH.

Rehacemos la pista hasta la carretera de Karatu y vamos a nuestro alojamiento de hoy, un gran lodge de cabañas dobles con piscina, bar y otros lujos. Está cerca de la entrada al Parque Nacional del Lago Manyara, que no visitaremos. Me baño en la piscina sin perder de vista ni un momento la ropa, estamos rodeados de cercopitecos y son unos ladrones consumados. Hay otro grupo de Kananga, pero ellos dormirán en la zona de camping.

Hoy será nuestra cena de despedida de la tripulación, mañana volamos de Arusha a Zanzibar y ellos no viajan con nosotros. El guía ‘español’ tampoco. Hoy toca reunir y entregar la propina. Una cantidad estimada de un dólar por persona, tripulante y día. Es voluntaria pero cuentan con ella para complementar el salario, así que mejor tenerlo en cuenta al presupuestar el viaje.

Es una cena especial. Casi todo el viaje hemos comido productos locales cocinados de forma ‘occidentalizada’ pero hoy nos van a hacer algo más local. Entre otras cosa ugali, una pasta o masa blanca hecha de harina de maíz que no sabe prácticamente a nada hasta que le pones una salsa. Es un acompañamiento como las patatas o el arroz aquí. Y pili pili, una salsa extra picante que se hace de forma casera en toda África del Este (en Mozambique es piri piri).

Dormimos en nuestro bungalow que comparado con la última noche nos parece de lujo con cama de verdad y ducha y nos despedimos del continente, mañana volamos a una isla

21 de agosto

Cargamos todo el equipaje -todo ya bien estibado y no zapateado en el contenedor-asiento como hasta ahora- y salimos por una carretera asfaltada -de las pocas en todo el viaje- en dirección al aeropuerto de Arusha. Además han lavado el camión que en vez de verde era ya casi de color arcilla. No es un aeropuerto muy grande, los vuelos internacionales van al KIA, el aeropuerto internacional Kilimanjaro que está a unos 30 kilómetros de Arusha. El aeropuerto de Arusha es bastante curioso. Tiene un control de seguridad como cualquier otro, pero dentro parece un mercado y las puertas de embarque numeradas son una reja desde la que salir a la pista para ir andando hasta tu avioneta.

Viajaremos en dos Cessna 208 Caravan en grupos de diez. Uno de los diez ocupará el asiento del copiloto. El resto nos estofamos en una parte de atrás un poco claustrofóbica por la altura y la anchura de las plazas.

En el aeropuerto de Zanzibar, en el centro de la isla, nos espera un autobús de transporte para llevarnos a la otra punta, al extremo norte al complejo turístico Kendwa Sunset. El plan es descansar, sol y playa. Tenemos una bonita habitación en un bungalow de dos plantas con camas con dosel -mosquitera- y el mejor baño que hemos visto en semanas. También una terraza con vistas al palmeral que nos separa de la playa.

Antes de cenar contactamos con un taxi furgoneta y un guía -en español- que nos han recomendado para visitar el centro histórico de la capital, Stone Town. La cena es un amplio y variado buffet que incluye -previa cola- langosta a la plancha. Lo tomamos en unas mesas puestas en mitad de la explanada de arena. También hay música y baile luego, pero estamos derrotados. A la piltra.

22 de de agosto

Desayunamos temprano en el buffet del Kendwa y subimos a recepción donde nos espera nuestro transporte. Vamos con otra pareja del grupo, Simon y Sara. Simon es (era 😪) británico, nacido en Kenia y nunca ha vuelto a África del Este desde que se fue siendo pequeño. Es un trayecto de una hora más o menos por carreteras a medio asfaltar y muchas pistas en obras. El bamboleo -african massage- de más de 3000 kilómetros por el continente no ha terminado aún en el viaje.

El centro histórico de Stone Town es maravilloso y no muy grande, es fácil de pasearlo entero en una mañana. Es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y la quintaesencia de la cultura swahili, que literalmente significa gente de la costa. También conserva edificios de su pasado colonial. El nombre viene de la construcción de edificios con piedra coralina. Su pasado también tiene sombras, siendo el principal núcleo de comercio de esclavos de la zona hasta ser abolido en 1873 (continuó varias décadas de forma ilegal). El mercado de esclavos está al lado de la catedral anglicana y se calcula que en el siglo XIX pasaron por él 600.000 personas.

Una de las características de sus edificios, además de la piedra coralina rojiza, son las puertas de madera, labradas por orfebres con mucho detalle y en algunos casos con puntas metálicas hacia fuera, supuestamente contra los elefantes. Son calles estrechas con mucha vida comercial, niños jugando y gente mayor viendo la vida pasar. Hay varios edificios singulares como la Casa de las Maravillas o el Palacio del Sultán, pero están cerrados por mantenimiento o llegamos fuera de horario.

También hay un antiguo fuerte militar -con parte de él ocupado ahora mismo por unas bancadas en semicírculo alrededor de un escenario- y algunos hoteles coloniales maravillosamente conservados. Al contrario que la Tanzania continental aquí la mayor parte de la población es de religión musulmana y hay varias mezquitas y madrasas.

Nos despedimos de nuestro guía tomando algo en la terraza del Africa House Hotel desde donde se pueden ver dhows navegando con su característica vela triangular y de paso ir a un baño al estilo occidental. Una de las principales atracciones locales ahora mismo es visitar la casa natal de Freddie Mercury, pero no entramos tampoco.

Sí visitamos sin embargo el mercado -bazaar- Darajani, impregnado de olores. Zanzíbar es la isla de las especias, está llena de plantaciones y aquí hay de todo, incluidos paquetitos de muestrario para turistas. En la parte de pescadería y carnicería los olores ya no son tan agradables. Camarones king size, pulpo, atún de aletas amarillas y muchos otros peces desconocidos. En la carnicería vemos cabezas de vaca abiertas conservando los cuernos. También mucha fruta tropical con un aspecto envidiable.

Comemos en un restaurante árabe sentados en unas alfombras en el suelo y casi a oscuras, en un edificio con muros gruesos que nos protege del enorme calor insoportable que hace ahora mismo en la calle.

Paseamos un poco más hasta las afueras del centro donde vemos una especie de estación de autobuses -bastante más organizada que la de Kampala- y un montón de campos de fútbol juntos llenos de camisetas de colores. Uno de los objetos más preciados aquí es la camiseta de algún equipo europeo, preferiblemente inglés.

A la puesta de sol nos reunimos de nuevo con Simon y Sara en una zona del paseo que ahora está llena de puestos de comida callejera. Casi todo pasa por una parrilla con fuego vivo así que no nos preocupamos por la salubridad y pedimos unos pinchos de pescado variado; hay pez espada, atún y creemos también tiburón. Aunque un poco seco está bastante rico. Los hay también de carne, de verduras, todo con mucho mejor aspecto del esperado.

A la hora convenida nos recoge el taxista y volvemos al Kendwa Sunset.

23 de agosto

Hoy sí que no tenemos plan más allá de vaguear e ir a la playa. Desayunamos en el buffet, muy abundante y bien preparado y caminamos por la playa sorteando los pequeños impedimentos que separan unos complejos turísticos de otros. Nos pilla un pequeño aguacero y después seguimos con el plan, haciendo también algo de snorkel en el agua de color turquesa. Nos han advertido que tengamos cuidado al entrar en el mar, que hay erizos en la arena.

Por delante de nosotros pasan innumerables barcos para hacer actividades, la más habitual emborracharse en una barra libre con música. También hay vendedores ambulantes de casi todo. Y por supuesto gente haciéndose selfies -y belfies- al atardecer. Al contrario de lo que pensábamos hay una mayoría de turistas italianos, no ingleses. Hay vuelos directos a Zanzibar desde varias ciudades italianas.

Cenamos una langosta a la plancha impresionante en el Fisherman, un lugar cerca del complejo andando que nos ha recomendado a todos Jordi.

24 de agosto

Toca recoger el equipaje y traslado al aeropuerto. Volamos en las mismas avionetas que nos trajeron al aeropuerto de Dar es-Salaam que está casi recién estrenado. El anterior parecía una estación de autobuses de pueblo. Este es enorme, muy luminoso y con espacios abiertos, aunque casi todo está cerrado, no se si por la hora o porque está recién estrenado. Lleva el nombre de Julius Nyerere, fundador y primer presidente de la actual República Unida de Tanzania.

Llegamos con mucho tiempo así que Kananga nos ha reservado un motel cercano para pasar unas horas y cenar. A la vuelta otro incómodo vuelo nocturno vía Estambul y a esperar al siguiente viaje.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Impresionante recuerdo. Todo una aventura que no se debe olvidar. Espero volver a verte en otra aventura. Nos alegramos que estéis bien, un abrazo

wiggin_fotografo dijo...

Igulamente, "unknown". Saludos