viernes, abril 21, 2023

La crónica de Cabo Verde

Esta crónica incluye algunas fotos del viaje que hicimos con Kananga Viajes y Aventuras. La galería completa está aquí.

24 de octubre

Volamos a Praia desde Oporto vía Lisboa con TAP Airlines. Al igual que a Senegal viajamos sólo con equipaje de mano: una mochila de 30L y menos de 7kg. Llegamos de noche y vamos directos al hotel Praia Confort, que está en una pequeña meseta elevada -platô o plateau- donde está el centro histórico de la ciudad. Es un hotel cómodo y la habitación es grande. Nuestra terraza da a la parte de atrás, la parte baja de la ciudad sin vistas al mar.

25 de octubre

Hoy vamos a cruzar la isla con nuestro guía Salazar. Habla un portugués que entendemos bastante bien, casi mejor que el del propio Portugal. En las islas se habla también el criollo o Kriolu, una mezcla de portugués, algo de español y diferentes idiomas de África del Oeste, de donde vinieron la mayor parte de los esclavos -Cabo verde no estaba habitada hasta la llegada de los portugueses-. En cada isla hay un dialecto diferente.

Nuestro destino es Tarrafal, en la punta norte de la isla. El camino de ida lo hacemos por el interior, viendo las montañas desde varios miradores y los pueblos de São Domingo y Assomada. Antes de salir cambiamos dinero en el banco enfrente del hotel -escudos- y compramos una tarjeta SIM para el teléfono; con el equivalente a unos 10 euros tenemos datos para todo el viaje. También facilita el contacto con los guías.




Antes de llegar al pueblo hay una visita especial: el campo de concentración de Tarrafal en Chão Bom, creado por el estado portugués en 1936 como colonia penal y campo de trabajo para opositores al régimen tanto de Portugal como de las colonias africanas, desterrados aquí por su aislamiento. Durante su funcionamiento, hasta la Revolución de los Claveles en 1971, en el también llamado Campo da Morte Lenta murieron 22 prisioneros. Desde el año 2000 es el Museo de la Resistencia y es posible visitar los barracones y diferentes salas de exposiciones.


El pueblo de Tarrafal es bonito y tranquilo, está en una pequeña bahía con una playa y un puerto, también pequeños. Comemos pescado y pulpo en una terraza de la Churrasqueira Mangui-Baxu. Antes de marcharnos damos una vuelta por la iglesia de Santo Amaro y la plaza central.

El camino de vuelta lo hacemos por la costa norte, por una carretera de adoquines llena de acantilados con columnas de basalto. Cerca de Tarrafal está la colonia de Rabelados en Spinho Branco, los restos de comunidades de esclavos huidos a las montañas que se resistían a la religión y la cultura portuguesa. A día de hoy siguen teniendo sus tradiciones y siguen sin enviar a los niños a las escuelas oficiales. También tienen un centro de artesanía -Rabelarte- donde se puede comprar tablas y telas pintadas.

De regreso a Praia vamos a dar una vuelta por el plateau y por la parte baja para visitar un mercado al aire libre y comprar una segunda SIM.

26 de octubre

Hoy vamos a hacer un pequeño trekking por las montañas cerca de São Jorge dos Órgãos. Vamos en coche hasta el pueblo elevado de Rui Vaz, y desde ahí hacemos una ruta casi siempre en descenso con un nuevo guía, un chico joven que aprovecha el trayecto para llevarle suministros a su abuela. Va abriéndonos paso con una hoja de palmera, la ruta está llena de telas de araña del tamaño de una nécora. Nos dicen que no son venenosas, pero hay sitios donde hay docenas juntas y mucha gracia no hace. A lo largo de todo el viaje tendremos entre 8 y 10 guías, soy incapaz de recordar el nombre de todos.




Al final del trekking nos recoge de nuevo Salazar y nos vamos a visitar la Cidade Velha y la fortaleza de São Filipe. Están en la costa a unos 15 km al oeste de Praia y son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Fue la primera ciudad construida en Cabo Verde -gracias a los esclavos traídos de Guinea Bissau y Sierra Leona- y su primera capital. En una colina dominando la ciudad está el Fuerte Real de São Filipe, construido para proteger la ciudad de los piratas ingleses y franceses; en la ciudad están las ruinas de la catedral destruida por Francis Drake. Y en la plaza principal está el Pelouriño, un poste al que se ataban los esclavos para azotarlos y exponerlos a la venta. También están aquí la primera iglesia colonial del mundo -Nossa Shora do Rosário-, y la primera calle urbanizada por Portugal en los trópicos, Rúa Banana.

De vuelta en Praia visitamos un barrio con muchas las fachadas decoradas con dibujos y volvemos al hotel. Enfrente tenemos un parque con una terraza muy agradable y cosas para picar. Intentamos ir al restaurante más famoso de la ciudad -Quinta da Música-, pero tiene unos horarios muy estrictos y es imprescindible reservar.

27 de octubre

Hoy tenemos que volar a la isla de São Vicente, es un trayecto corto -unos 25 minutos- pero nos llaman al hotel para avisarnos de que el vuelo va a salir con retraso. Seis horas. La compañía Bestfly que hace los trayectos entre islas sólo tiene dos aviones -ATR 72-600- y uno no puede volar, así que tienen que recolocar todos los vuelos.

Aprovechamos para pasear y visitar cosas que nos hemos dejado en Praia. El faro de Dona Maria Pia, la zona del palacio presidencial donde está la estatua del descubridor de las islas -Diogo Gomes-, el museo Amilcar Cabral -líder del movimiento de independencia anticolonial-, el mercado central y la playa de Kebra Kanela.

Finalmente a media tarde volamos al aeropuerto Cesária Évora en Mindelo. El Mindel Hotel está muy céntrico y tiene dentro del complejo una parrillada en la que podemos cenar aunque sea un poco tarde. Nuestro guía Edson es grande, muy agradable de trato y músico de profesión. São Vicente y particularmente Mindelo es la capital cultural -y musical- del archipiélago.

28 de octubre

Hoy vamos a conocer Mindelo con Edson. Empezamos caminando por el centro, donde está el Centro Nacional de Artesanato y el Centro Cultural. En el segundo está anunciado un concierto y por recomendación de Edson cogemos entradas.

Después visitamos el puerto y el mercado central, donde hay una réplica de la torre de Belem.

Como fin de visita vamos a conocer a un músico local -Luis Baptista- que también tiene un taller de instrumentos y nos da un concierto improvisado.

Por la tarde vamos a la playa de Laginha y a tomar algo al Caravela Mindelo viendo atardecer. Por la noche cenamos langosta en la Taverna São Vicente con música en directo.

29 de octubre

Hoy cambiamos de guía, Edson está enfermo. Vamos a conocer el resto de la isla en un Land Cruiser 4x4. Primero vamos a cruzar el centro por una pista muy rota a la playa de Calheta Grande. Nos cuenta que había un proyecto para hacer un resort en esta parte de la isla, pero en principio lo han anulado para proteger el área.

A continuación subimos al crater del volcán Viana desde donde podemos ver la isla de Santa Luzia, y luego seguimos a Porto Calhau, donde comemos pescado fresco en el Hamburg.

Después de comer recorremos toda la costa noroeste, que es una sucesión de playas con grandes dunas de arena fina proveniente del Sáhara (es blanca). En el extremo llegamos hasta Baía das Gatas, donde hay una pequeña laguna con un muelle para bañarse. Aquí se celebra un festival de música donde llegan a juntarse 15000 personas.

La última parada de la ruta es el pueblo de Salamansa, con una playa enorme que acaba en unas dunas muy altas también de arena blanca.

Por la noche tenemos el concierto que nos recomendó Edson. Kavita Shah es neoyorkina, de origen indio y ha vivido por toda latinoamérica incluido Brasil. De alguna manera ha acabado cantando morna y los otros estilos musicales de Cabo Verde. Entre los músicos está Bao, guitarrista habitual de Cesária Évora.

30 de octubre

Hoy cogemos un ferry para cruzar a la cercana isla de Santo Antão. El principal atractivo de la isla es la naturaleza y las rutas de senderismo, aunque también es conocida por su licor hecho de azucar de caña, el grogue.

El ferry nos deja en Porto Novo y desde ahí inmediatamente atravesamos la isla a Ribeira Grande. Por el camino cruzamos las montañas de la isla y en el centro vemos el crater de Cova de Paúl desde un mirador.

Comemos en el Divin Art, donde probamos el grogue y el punch, un cóctel hecho a partir de él con melaza y lima, muuuuuuy dulce. Nos alojamos en el Pedracin Village, un pequeño hotel apartado del pueblo, que tampoco es demasiado grande. Está en la falda de las montañas y tiene bungalows, piscina y un buen restaurante.

Antes de cenar quedamos pronto con el guía de mañana, vamos a hacer un trekking de 5 horas por los acantilados desde Ponta do Sol a Cruzinha da Garça.

31 de octubre

Salimos temprano para el trekking, que va por un camino vertiginoso y con muchas subidas y bajadas por los acantilados de la costa y pasando por varios pueblos llenos de casas de colores.

Acabamos la ruta una hora antes de lo previsto y volvemos a la carretera principal por el barranco de un río seco.

Descansamos el resto de la tarde en la piscina. Mañana hay otro trekking. Y volvemos a cenar en el propio hotel, no hay alternativa porque estamos un poco lejos de todo pero está bien. Dependiendo de los días hay menú a la carta o buffet libre, que es lo que toca hoy.

1 de noviembre

Hoy salimos del alojamiento con el equipaje; nos vamos de trekking y no volvemos.

Desde Ribeira Grande subimos otra vez al cráter de Paul; el fondo es plano y verde con campos agrícolas. Bordeándolo, después de una ligera subida llegamos a un pequeño mirador que está muy concurrido por una excursión escolar. Desde aquí puede verse el valle de Paul, el más fértil de toda la isla y del archipiélago. Todo el recorrido es una bajada vertiginosa. Primero por un camino estrecho que va haciendo zetas. Puede dar algo de vértigo pero está protegido por un murete.

Algunas zonas de la parte baja tienen algo de arbolado pero en general no hay sombra. Vemos diferentes cultivos en terrazas y probamos alguna fruta rara. El final de la ruta es un pueblo donde está el restaurante donde vamos a comer: Pé d'Dragoeiro; desde la terraza vemos un ejemplar de drago que nos dicen tiene más de cien años. Comemos un variado de pescado, pollo y arroz con legumbres. Después visitamos una destilería de grogue, donde vemos los antiguos ingenios para aplastar la caña de azúcar movidos por burros.

Salimos al mar por el pueblo de Paul y volvemos a Porto Novo bordeando la isla en lugar de por las montañas. Es una carretera relativamente nueva, antes la única alternativa era el puerto, que pasa de los 1400 msnm. La carretera a ratos está adoquinada, pero en general está asfaltada y en buen estado. Las vistas son magníficas, con varios pueblos coloridos como Pontinha da Janela, y el faro de Fontes Pereira de Melo. Desde ese cabo la carretera gira hacia el sur y ya no va pegada a la costa sino por medio de un terreno volcánico con pequeños conos.

Llegamos a primera hora de la tarde y nos instalamos en el Art Resort. Es relativamente grande pero está casi vacío, incluso la piscina está a medio llenar. Es uno de los días de más calor que hemos tenido, esperamos a que baje un poco y vamos a pasear a conocer el pueblo, que aunque es la capital de la isla no es muy grande. Tenemos justo delante una de las playas, estas de arena negra volcánica. La zona más animada -y no mucho- es la que rodea al puerto, donde hay otra playa. En esta sí hay gente bañándose.

De vuelta buscamos donde cenar cerca del hotel. El sitio más recomendado, Sabores Ratatui, está lleno: debe tener cuatro mesas en la terraza. Un poco más allá encontramos la Churrascaria Cibel, donde acabamos tomando frango a grelha con una Fanta Morango que haría fibrilar a cualquier nutricionista. Está en un callejón que da a otra playa por donde aparecen más clientes... en un quad. Buen producto, buen precio y muy amables. Antes de acostarnos bajamos a la playa con la cámara aunque el cielo no está muy despejado. Justo enfrente tenemos Mindelo.

2 de noviembre

Antes de coger el ferry hoy vamos a conocer Ribeira das Patas, un valle y las montañas que lo rodean al oeste de Porto Novo. Es una zona volcánica, muy desértica y donde la erosión a creado profundos barrancos como el de Cha da Morte. Algunos de ellos son rutas de senderismo. Por el camino vemos una zona muy llana, posible ubicación de un futuro aeropuerto. En lo alto de las montañas hay una geología muy bestia con agujas de roca y es posible ver diferentes materiales volcánicos haciendo formas vistosas.

Visitamos una fábrica de jabones artesanales y comemos en un curioso proyecto agroturístico.

El ferry nos lleva de vuelta a Mindelo donde pasaremos una noche más en el mismo hotel. Damos una pequeña vuelta y cenamos con música y baile en directo en el patio de un sitio muy agradable. Pescado fresco, por supuesto: Garoupa. Es un pez de roca rojo que hemos visto en algunos puertos y mercados.

3 de noviembre

Hoy volamos a Sal, nuestra última isla. Pero eso es por la tarde. Dedicamos el día a pasear por nuestra cuenta por algunas zonas que no habíamos visto -el centro no es muy grande- y la casa museo de Cesária Évora. El otro sitio interesante de ver, el Palácio do Povo, está cerrado por reformas. Antes de ir al aeropuerto comemos otra vez en la churrasquería del hotel.

Llegamos sin incidencias de vuelo esta vez. Por el camino vemos las islas de Santa Luzia y São Nicolau. Nos recoge en el aeropuerto Miguel Carneiro, el responsable de la empresa local con la que trabaja Kananga. Habla algo de español pero le decimos que entendemos el portugués. Error. A su velocidad y con acento de Portugal nos cuesta mucho.

La isla de Sal es pequeña, completamente desértica y es en sí misma un gigantesco resort con casi todas las cadenas internacionales presentes, similar a las zonas del sur de Tenerife o Gran Canaria. En definitiva, un sitio horrible para pasar unas vacaciones completas, pero para descansar un par de noches antes de volar de vuelta está bien. Nos quedamos en el hotel Pontão, algo alejado de la zona más dura de hoteles gigantes de todo incluido y playas privadas, aunque también andamos con pulserita. Pedimos un late checkout para el día de irnos, el vuelo es nocturno y así podemos ducharnos después de la playa.

Casi todo el turismo se concentra en la punta sur, en Santa Maria. Tiene bien diferenciadas tres partes: a Ponta do Sinó donde se concentran los megaresorts; lo que queda del pueblo donde viven los caboverdianos que trabajan casi en exclusiva para el turismo; y en paralelo una especie de pueblo artificial de hoteles, tiendas, restaurantes, bares, centros de buceo/kitesurf y playas. En un chino me compro una máscara y un tubo de snorkel. Aquí no se manejan escudos. Todo va en euros o con tarjeta.

La primera noche tenemos suerte y conseguimos cenar sin reserva en Chez Pastis, un italiano de los más recomendados. Es literalmente un callejón estrecho entre dos casas. Está muy animado con música ochentera y luces de colores. Después de casi dos semanas comiendo especialidades locales -muy buenas- cambiamos a pasta y pizza. El dueño es italiano, y no le hace gracia cuando le digo que es la mejor comida italiana que ha comido fuera de Buenos Aires.

4 de noviembre

Además de Santa María, la isla tiene algunas cosas que visitar, y vamos a hacer un pequeño tour. Hacia el norte, al lado de el aeropuerto Amílcar Cabral hay otra población, Espargos, y a su alrededor algunos puntos de atracción. Nuestro enésimo guía parece rastafari, es muy amable y nos enseña algunas expresiones en kriolu: 'tud dret' -como pregunta o afirmación- es 'todo bien'.

Hay un pequeño cráter volcánico que es su día se utilizó para bombear agua del mar y con ayuda del sol extraer la sal. Se accede por un pequeño túnel y hoy en día ya no funciona como salina, pero sí es posible bañarse con una sensación parecida a la del Mar Muerto.

Al sur en una pequeña punta protegida por unas rocas hay una laguna muy poco profunda -por la rodilla- donde es posible ver juveniles de tiburón limón que están aquí protegidos de sus depredadores de mar abierto.

Y al noroeste está A Buracona, un entrante de mar con algún bufón, pequeñas cuevas y una laguna pequeña para bañarte, con una gran cafetería con sitio para cambiarte el bañador. Y finalmente el pueblo de Palmeira, con su puerto pesquero.

5 de noviembre

En nuestro último día vamos a aprovechar para conocer lo poco de sabor local que hay -el mercado y poco más- e ir un rato a la playa antes de volver al noviembre gallego. Las dos que bordean al embarcadero (Pontão) de Santa Maria tienen el agua cristalina y a muy buena temperatura. Debajo del propio muelle hay miles de peces.

Y vamos a comer por fin la comida nacional, la cachupa: un potaje de legumbres, patatas y maíz con mucha verdura, pescado y carne de cerdo. La tomamos en el Café Criolo por recomendación de los guías.

Por la tarde vamos a ver un proyecto de conservación de tortugas marinas -Projeto Biodiversidade- que curiosamente está en mitad de la playa de uno de los resorts de RIU. Y después a cenar a un sitio muy especial. Esta vez sí reservamos -ayer, en persona- y el Marea no nos decepciona. Una comida con una elaboración espectacular y un trato fantástico. El local es muy pequeño y tiene mucho encanto, es una especie de terraza cerrada por buganvillas.

Vuelo de vuelta vía Lisboa a Porto, listos para el próximo.

¿Que por qué viajamos en octubre-noviembre? Pues porque nos hemos casado.

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